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miércoles, 23 de noviembre de 2011

NUMANTINOS: “TERROR IMPERII” DURANTE LAS GUERRAS NAPOLÉONICAS


Por Enrique Sancho-Miñano (h)*


Figura 1[1]
I. Palabras preliminares


En vísperas del Bicentenario de la liberación de la provincia española de Soria del yugo napoleónico, en este artículo recordamos y rendimos homenaje a los héroes sorianos de la 6ª División del Segundo Ejercito, y en particular al Regimiento de Voluntarios Numantinos, de gloriosa actuación durante la Guerra de Independencia Española (1808-1814).

II. Hijos de numantinos, herederos de sus glorias

Como ilustra el General don Argimiro Calama y Rosellón, en 1808 Napoleón invade España, “bajo capa de amistad y de alianza y con el beneplácito de la mayor parte de los constituidos en Autoridad”. [2]
Numancia (Alejo Vera)

Conocidos los sucesos del 2 de mayo en Madrid, casi de inmediato Soria comenzó a prepararse para hacer frente al invasor, y a tal efecto se constituyó la primera Junta de Defensa.
Evocando la legendaria resistencia de la antigua Numancia –terror del imperio romano– “antes quemada por el fuego que vencida por las armas”[3], se crea el Regimiento de Voluntarios Numantinos.[4]
De esta manera los sorianos asumían que su lucha sería a muerte, sin tregua ni cuartel. Además, se comparaba a los romanos con los franceses, a Escipión con Napoleón y, simultáneamente, el “numantinismo” se convertía en paradigma de patriotismo español[5], como se aprecia en la siguiente copla:

“Escucha, Napoleón,
si como fiel aliado,
tus tropas has enviado,
hallarás en la Nación,
amistad y buena unión;
si otro objetivo te guió
Numancia no se rindió
numantinos hallarás,
en España reinarás,
pero sobre españoles, no”.[6]

III. Victorias sorianas sobre los franceses

Numantinos y Leoneses atacan a los franceses en El Cortijo de Logroño
intentando frenar la contraofensiva napoleónica (octubre de 1808)[7]

Como bien lo afirma el Gral. D. Argimiro Calama y Rosellón, “Soria contribuyó de un modo muy importante, en ocasiones de manera trascendente aun siendo considerada una zona de operaciones secundaria, al esfuerzo bélico español”[8] durante la guerra contra los franceses.
El bautismo de fuego de los Voluntarios Numantinos fue en la batalla de El Cortijo de Logroño el 25 de octubre de 1808, integrando el Ejercito del Ebro que, bajo las órdenes del General Castaños, intentaba contener la contraofensiva francesa luego de la derrota en la batalla de Bailén. Los Numantinos, junto con el regimiento 3º de Voluntarios de León, combatieron durante tres días y tres noches contra las tropas imperiales del Mariscal Ney, demorando bajo la lluvia el paso de los franceses que intentaban llegar a Logroño.[9]
El Ejercito del Ebro no pudo contener la arrolladora contraofensiva francesa, por lo que, luego de tomada Logroño, el 20 de noviembre de 1808 la ciudad de Soria es ocupada por las tropas del mariscal Ney, dando inicio a una larga noche que se extendería por cuatro años.
En 1809 los sorianos estuvieron en las batallas del Real sitio de Aranjuéz y en la de Almonacid.
En 1810 se reorganiza el Regimiento de Voluntarios Numantinos bajo el mando del Brigadier José Joaquín Durán, coronel en la batalla de Bailén. En este año los sorianos derrotan a los franceses en Almazán, aunque luego son vencidos en Yanguas. Durán pasa a la Rioja donde se reagrupa.
uego, ya durante el mes de marzo de 1811, los sorianos atacan y toman el puente de Auñon, y en abril realizan una incursión sobre Soria. Antes de volver al ataque, en mayo, se detiene Durán en San Pedro Manrique para dar descanso á las tropas. Enterado Duvernay, se dirige contra él para sorprenderlo con mil hombres de la Guardia Imperial. Durán no se deja sorprender y se posiciona en el lugar que llaman del Espinar, tratando de ganar tiempo hasta que llegara la caballería que había mandado a forrajear a Cornago, lo que no pudo lograr, siendo atacado por Duvernay. Sin embargo, los sorianos lucharon con tanta valentía que lograron derrotar a la famosa Guardia Imperial, obligándolos a refugiarse en San Pedro Manrique a curar numerosos heridos.[10]
Napoleón y su famosa Guardia Imperial

Durante los meses de junio y julio, vinieron los combates de Lumbreras, Ariza, y Calatayud.
El 30 de noviembre de 1811 se producirá otra victoria gloriosa para las fuerzas numantinas. Relata Nicolás Rabal que estando Durán en Villalengua, toma conocimiento que la guarnición francesa de Soria se dirigía a Berlanga por caudales recaudados, por lo que de inmediato se puso en camino, sorprendiendo a los franceses en Osonilla. La derrota propinada por el Regimiento de Voluntarios Numantinos fue tan grande, que dicen que Durán intervino ordenando a sus soldados que perdonaran a los enemigos, y no derramaran más sangre. Los sorianos ocasionaron a los franceses más de setecientas bajas y se hicieron con ocho cajas de guerra, armas, municiones, granos en cantidad de seiscientas fanegas, etc.[11]
Dice Rabal que don Juan González Santa Cruz, vecino de Berlanga, compuso unos sentidos versos en honor a esta célebre acción.
El paso siguiente de los Numantinos, animados por la victoria en Osonilla, fue la reconquista de la ciudad de Soria. Y así, en enero de 1812, establecieron su campamento cerca del arrabal en el campo de Santa Bárbara. Ante esta maniobra, los franceses enviaron refuerzos desde Logroño y Burgos, pero tuvieron que retroceder ante la fuerza de los seis mil hombres de Durán. Los Numantinos sitiaron la ciudad, y luego de intensos y fieros combates, el 18 de marzo reconquistan Soria, y obligan a los franceses a refugiarse en el inexpugnable castillo. Durante siete días asediaron el castillo, hasta que tuvieron que abandonar el sitio debido al avance de importantes refuerzos franceses desde Burgos. La retirada del Regimiento de Numantinos de la ciudad de Soria fue por la puerta del puente a tambor batiente, sin apuro.[12]
En represalia los franceses fusilaron en Soria, en el campo de Santa Bárbara, a la Junta de Burgos, que había sido hecha prisionera por las tropas auxiliares francesas.[13]
En mayo siguió la heroica acción de Tudela, donde los Numantinos inutilizaron los cañones franceses que se dirigían a Ciudad Rodrigo, y en junio la toma de Aranda de Duero. En agosto los combates de los Campos de Nalda, y en seguida los combates de Encinacorba, Paniza, y Almunia, combate éste último donde los sorianos hicieron 500 prisioneros.[14]
Los numantinos, luego de sucesivas victorias, volvieron dispuestos a tomar definitivamente Soria y su castillo. Ante el avance arrollador y decidido de la 6ª División, los franceses abandonaron la ciudad el 13 de septiembre de 1812.
Como describe el Gral. Argimiro Calama y Rosellón, el recibimiento de los sorianos a su gloriosa 6ª División fue “apoteósico, festejos, desfiles, reencuentros…”[15]
Regimiento de Barbastro (ex Regimiento de Voluntarios Numantinos)

A comienzos de 1813, Durán recibió órdenes de operar en Aragón, donde se distinguió con sus numantinos en la toma de Zaragoza; pero –por razones que no valen la pena explicar aquí– comenta Nicolás Rabal que el gobierno dió el título de general en jefe de Aragón a Mina, mucho más joven que aquel, y además el encargo expreso de que Durán se pusiera a sus órdenes. Sigue diciendo Rabal que Mina, resentido por el triunfo que habían conseguido los Numantinos en Zaragoza, mandó a Durán de cuartel a Valencia, con el pretexto de que le había faltado al respeto, quitándole sus numantinos, que era el cuerpo más brillante de la división. Lamentablemente, esto significó un golpe duro para este heroico Regimiento, pues sus soldados y oficiales si bien continuaron luchando, incluso en la expedición de Francia y sitio de Bayona, luego de la guerra los más serían pasados a diferentes cuerpos del ejército y, como con pena afirmara Nicolás Rabal, “de sus individuos no se volvió a acordar ya más la patria ingrata”.[16]
Con lo que quedaba del Regimiento de Voluntarios Numantinos, se formó el Regimiento Cazadores de Barbastro.

IV. Los nombres de los héroes

En el excelente artículo conmemorativo del bicentenario de la guerra de independencia española, el General don Argimiro Calama y Rosellón rescata del olvido nombres como los de “Tabuenca, Camporredondo, Antentas, Cereceda... como Jefes de batallón y como Don Elías López, ayudante Mayor, Don Joaquín González, hidalgo de Quintana Redonda, Don Francisco Azcona, don Gregorio Vera, hidalgo, de Vinuesa, Don Alejandro (Sancho) Miñano, Don Rufo (Sancho) Miñano, ambos también hidalgos, Don Juan Antonio Solano… Don Francisco de Azcona, hidalgo, Carrascón… entre otros, fueron Capitanes habilitados para los mandos de las primeras Compañías y Escuadrones”.[17]
De obras especializadas a las que estaban suscriptos los Jefes y Oficiales de la 6ª División del IIº Ejercito, podemos citar varios nombres y sus correspondientes graduaciones[18]:
Regimiento de Voluntarios Numantinos: Coronel D. Ramón Antentas; Jefe de Instrucción D. Elías López de Quintana; Sargento Mayor D. Juan Agustín Llaca; Ayudante Primero D. Rufo Sancho-Miñano; Capitán D. Miguel López; Capitán D. Gregorio Vera; Capitán D. Alejandro Sancho-Miñano; Capitán D. Juan Antonio Solano; Teniente D. Tomás Barandalla; Teniente D. Mateo López de Quintana; Teniente D. Frutuoso Carrascon; Teniente D. León Parage; Teniente D. Juan Rubio; Subteniente D. Manuel Vaclay; Subteniente D. Juan Peamio; Subteniente D. Antonio Calahorra; Subteniente D. Alejandro Ruiz; Subteniente D. José Fernández; Subteniente D. Genaro Martín; Subteniente D. Julián García; Caballero Cadete D. Álvaro Domínguez; Caballero Cadete D. Joaquín Quintana; Caballero Cadete D. Martín Miguel López; Caballero Cadete D. Francisco Martínez; Caballero Cadete D. Julián Mungía.

Brigadier D. Santiago Domínguez del Río y Buiza[19]
Antiguo Capitán del Regimiento de Voluntarios Numantinos
Cruz de Iª Clase de la Real y Militar Orden de San Fernando[20]

Regimiento segundo de Soria: Coronel D. Joaquín Gómez de la Serna; Mayor D. José María Puig; Capitán D. Carlos Arévalo; Teniente D. José Atienda; Teniente D. Justo Hernández; Teniente D. Francisco Bordeje; Teniente D. Lucas González; Teniente D. Manuel Rodrigo; Ayudante D. Andrés Aguirre; Ayudante D. Noverte Flores; Subteniente D. José Contreras.

Cnel. D. Rufo Sancho-Miñano y Beltrán de Salazar[21]
Antiguo Capitán del Regimiento de Voluntarios Numantinos
Cruz de Iª Clase de la Real y Militar Orden de San Fernando[22]

Regimiento de Cazadores de Soria: El Sr. Barón de Velasco D. Fernando Velasco Carrillo; Sargento Mayor D. Claudio Vinuesa; Ayudante Primero D. José Ladrón de Guevara; Capitán D. Domingo Murcia; Capitán D. Matías Caralsol; Capitán D. Domingo Lobera; Capitán D. Manuel Blanco Rodera; Teniente D. José Díaz; Teniente D. Ángel Bergaño; Teniente D. José Felipe Arnedo; Teniente D. Rosendo López; Teniente D. Julián Tamayo; Teniente D. Manuel Peña Espega; Teniente D. Lucas Calbo; Teniente D. Felix Morales; Teniente D. Gregorio Heras; Subteniente D. Joaquín Latre; Subteniente D. Vicente Jarque; Subteniente D. Faustino Solano; Caballero Cadete D. Elías Córdoba.
Confiamos que Soria y su pueblo, en el próximo año 2012, bicentenario de su reconquista, sabrá rendir un justo homenaje a la memoria de su gloriosa 6ª División, y en particular al Regimiento de Voluntarios Numantinos.

V. Recuerdos de Napoleón en la isla de Santa Elena

Napoleón nunca olvidó la guerra de España, siendo su recuerdo motivo de tormento hasta el final de sus días.
En efecto, en la Isla de Santa Elena, Napoleón reconocía que "aquella malhadada guerra de España ha sido una verdadera plaga, y la primera causa de las desgracias de la Francia... Esto es lo que me ha perdido!”.[23]
Y añadía en sus reflexiones que “todas las circunstancias de mis desastres están ligadas a este nudo fatal: ha destruido mi reputación en Europa, complicado mis dificultades y abierto una escuela práctica al soldado ingles: yo he sido el que ha formado el ejército británico en la Península”.[24]
Napoleón en Santa Elena

Finalizaba reconociendo Napoleón que él “esperaba sus bendiciones (la de los españoles); pero sucedió de otro modo: desdeñaron el interés, dando importancia a la injuria; se indignaron con la idea de la ofensa; se sublevaron a la vista de la fuerza, y todos corrieron a las armas. Los españoles en masa se condujeron como lo haría un hombre de honor en una cuestión privada; nada tengo que decir sobre esto, sino que han triunfado..."[25]
Sea pues este artículo, un homenaje a los sorianos, hijos de los numantinos, que con sus victorias lograron acrecentar las glorias de Numancia, y mantener viva la leyenda de ser el terror del imperio[26], cualquier imperio, sea romano o napoleónico.
Tal vez las lecciones aprendidas por Roma y Napoleón, fue la razón por la que Hitler –ante las sugerencias de sus generales de invadir España– exclamara en forma categórica: “Ni hablar!!!… No se entra en España sin permiso de los españoles”.


Notas

[1] Ilustración contenida en la obra de Miguel Agustín Príncipe, Guerra de la independencia: narración histórica de los acontecimientos de aquella época, Madrid, 1844.
[2] Las distintas y sucesivas Juntas de Defensa en la Provincia de Soria en la Guerra de la Independencia (1808-1813), Revista Hidalguía, núms. 328-329, Madrid, 2008, pág. 295.
[3] JIMENO MARTÍNEZ, Alfredo, y LA TORRE ECHÁVARRI, José Ignacio de, Numancia, símbolo e historia, Ediciones Akal S.A., Madrid, 2005, pág. 106.
[4] JIMENO MARTÍNEZ, Alfredo, y LA TORRE ECHÁVARRI, José Ignacio de, ob. cit., pág. 131.
[5] Conf. JIMENO MARTÍNEZ, Alfredo, y LA TORRE ECHÁVARRI, José Ignacio de, ob. cit., pág. 130.
[6] Conf. Conde de Clonard, cit. por JIMENO MARTÍNEZ, Alfredo, y LA TORRE ECHÁVARRI, José Ignacio de, ob. cit., pág. 131.
[7] Imagen tomada del artículo de Arsenio García Fuertes, citada en nota 7.

[8] Ob. cit., pág. 297.
[9] Conf. Arsenio García Fuertes, titulada La formación de los Voluntarios de León, los “hijos de la Cuesta”, publicada en La Crónica en el sitio http://www.la-cronica.net/2009/03/22/7-dias/la-formacion-de-los-voluntarios-de-leon-los-hijos-de-cuesta-29767.htm
[10] Nicolás Rabal, Soria, sus monumentos y artes – su naturaleza e historia, Barcelona, 1889, pág. 3.
[11] Nicolás Rabal, ob. cit., pág. 4.
[12] Nicolás Rabal, ob. cit., pág. 5.
[13] Nicolás Rabal, ob. cit., pág. 5.
[14] Nicolás Rabal, ob. cit., pág. 5. Argimiro Calama y Rosellón, ob. cit., pág. 362.
[15] Ob. cit., pág. 361.
[16] Nicolás Rabal, ob. cit., pág. 6.
[17] CALAMA Y ROSELLÓN, Argimiro, ob. cit., pág. 357. El agregado entre paréntesis me pertenece: el apellido completo de los hermanos Alejandro y Rufo Miñano (como firmaban), era Sancho-Miñano y Beltrán de Salazar. D. Rufo Miñano es mi 4º abuelo paterno.
[18] Nomina extraída de la obra del Cnel. D. Juan Sánchez Cisneros, Ideas sueltas sobre la ciencia militar, Imprenta de D. Benito Monfort, Valencia, 1814.
[19] Litografía y biografía del Brigadier D. Santiago Domínguez, hijo de don Ramón Domínguez del Río y doña Ana de Buiza, quienes “pertenecían a la primera nobleza del país” (conf. “Historia de los generales que mas se han distinguido", editado en Madrid, año 1856 por Chamorro y Baquerizo del Estado Mayor del Ejercito Español). El Brigadier D. Santiago Domínguez fue compañero de armas y cuñado del Cnel. D. Rufo Sancho-Miñano, casado con Dª Francisca.
[20] “La Orden de San Fernando, primera orden española de carácter militar, tiene por objeto honrar el reconocido valor heroico y el muy distinguido, como virtudes que, con abnegación, inducen a acometer acciones excepcionales o extraordinarias, individuales o colectivas, siempre en servicio y beneficio de España” (Francisco López Nieto y Mallo, Honores y Protocolo, 3ª ed., Parte General, Madrid, 2006, pág. 486).
[21] Óleo propiedad del Dr. Justo Sancho-Miñano Belmonte, vecino de Melilla, copia del original pintado en 1858, propiedad de la Sra. Trinidad Sancho-Miñano Padilla, que lo conserva en su casa de Sevilla.
[22] Conf. Hoja de Servicios que se custodia en el Archivo General Militar de Segovia, Sección Iª, Legajo S-1352.
[23] Conde de Las-Casas, Diario de la isla de Santa Elena, que contiene cuanto dijo e hizo Napoleón en el espacio de dieziocho meses, T II, Imprenta de Cabrerizo, Valencia, 1835, pág. 157.
[24] Conde de Las-Casas, ob. cit., pág. 39.
[25] Conde de Las-Casas, ob. cit., pág. 40. También en Miguel Agustín Príncipe, Guerra de la independencia: narración histórica de los acontecimientos de aquella época, vol. 2, Madrid, 1846, pág. 98.
[26] Así fue llamada Numancia en Roma, donde «aun en pleno Senado solo se le conocía, y solamente se apellidaba Terror Imperii: dos palabras solas, que valen para Numancia un tomo entero de elogios» (conf. Wenceslao AYGUALS DE IZCO, España Laureada, T I, Madrid, 1854, pág. 725; también en JIMENO MARTÍNEZ, Alfredo, y LA TORRE ECHÁVARRI, José Ignacio de, ob. cit., pág. 110).








* Abogado. Diplomado en Genealogía y Heráldica por la Universidad de San Pablo-T. Miebro Adherente del Centro de Estudios Genealógicos de Tucumán. Miembro Correspondiente del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Catamarca. Presidente de la Asociación de Diplomados en Genealogía y Heráldica.


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