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lunes, 19 de abril de 2010

Un aspecto desconocido de la obra de Antonio Larrouy: su aporte a la genealogía catamarqueña


Marcelo Gershani Oviedo*

Palabras iniciales

En 1944 escribió el padre Ramón Rosa Olmos que “el nombre del Padre Larrouy está ligado no sólo a Catamarca, sino a todo el campo histórico argentino. Difícilmente se podrá escribir algo sobre nuestro pasado histórico, sin recurrir a sus colecciones documentales o a sus eruditas monografías”. Casi medio siglo después, en 1991, el historiador Gerardo Pérez Fuentes afirmó que “Catamarca tiene en el Padre Antonio Larrouy al indagador más cotizado de su pasado histórico”.
Había nacido en Francia el 9 de noviembre de 1873 y veinte años después conoció en Andalgalá a Samuel Lafone Quevedo. La amistad que surgió a partir de ese encuentro fue determinante en su vida. Uno de sus biógrafos afirma que su vocación de historiador “le nació en el Fuerte de Andalgalá”. Estando en Europa el propio Larrouy manifestó que todo lo que sabía lo había aprendido gracias a “un sabio catamarqueño, Lafone Quevedo” (Pérez Fuentes, 1991).
No es novedad que quienes estamos dedicados al estudio de la historia en el tiempo colonial reconocemos la importancia que tiene la obra de Larrouy para el avance de nuestras investigaciones.

Larrouy y la Genealogía

Los estudios genealógicos tampoco fueron ajenos a sus inquietudes intelectuales.
Su aporte a la genealogía catamarqueña se manifiesta a través de uno de sus trabajos, tal vez el menos conocido, titulado La familia Herrera de Catamarca, que publicó en 1916, y que resultó piedra basal en los estudios que, desde hace más de una década, estamos realizando sobre esta familia (Gershani Oviedo, 2000, 2002a, 2002b, 2003).
Consideramos que referirnos a este texto es un aporte novedoso ya que su existencia ha sido desconocida para los investigadores que se han dedicado al estudio de su obra, tal el caso de la bio-bibliografía que José Torre Revello publicó en 1935 y el valioso libro que sobre el sacerdote escribió Gerardo Pérez Fuentes en 1991.
La familia Herrera en Catamarca vio la luz, en forma de folleto, en los Talleres Placente y Dupuy, ubicados en Azul (Provincia de Buenos Aires) y está dedicado al doctor Julio Herrera. Consta de 13 páginas y en la última, luego de la firma del autor, se lee “Catamarca, 26 de agosto de 1916”(1). Aclara que había prometido al doctor Herrera que si en algún momento podía establecer su ascendencia, se la enviaría. Afirma que “así ha sucedido por una feliz casualidad, y, porque interesará quizás a otras personas, me complazco en cumplir públicamente mi promesa”. Esta decisión del sabio sacerdote nos posibilita tener acceso al trabajo cuyo contenido hoy nos ocupa.
Gracias a la gentileza del doctor Hilario Muruzábal Herrera poseemos copia de este folleto, cuyo original se encuentra en la biblioteca de su familia, en Buenos Aires.
Entendemos que esta publicación tuvo difusión reducida y limitada a la familia de Julio Herrera(2), a quien estaba dedicado, como dijimos. Esta situación especial puede ser una de las causas que impidieron el conocimiento de este folleto sobre la familia Herrera a los investigadores que analizaron su obra, como Torre Revello y Pérez Fuentes.

La genealogía de los Herrera

Inicia Larrouy el estudio afirmando que “la familia Herrera es una de las cinco o seis familias más antiguas del Valle y de la provincia de Catamarca” ya que logró ubicar el origen de la misma a mediados del siglo XVII en nuestro suelo. Esta aseveración es exacta. Investigaciones posteriores nos permitieron establecer el origen de la familia Herrera en el actual territorio argentino desde mediados del siglo XVI, a partir de la fundación de la ciudad de Barco en 1550. El prestigioso genealogista argentino Alejandro Moyano Aliaga viene a confirmar lo anterior al manifestarnos “que la familia Herrera es una de las más antiguas de la sociedad argentina”(3).
Y refiriéndose al fundador de la familia, Gerónimo de Herrera, manifiesta Larrouy que, “desgraciadamente, no me ha sido posible descubrir dónde naciera ^(…) si era nacido en el país o venido de España, ni quienes fueron sus padres”. Pero no se detiene en lo que ignora, sino que aventura un posible origen cuando escribe:

Acaso perteneciera a la primitiva familia Herrera de Santiago del Estero. Su fundador fue un Andrés de Herrera, y cabalmente desde muy antiguo los Herrera de Catamarca profesaron especial devoción a San Andrés, cuyo nombre llevaron muchos de sus miembros (…)”.

Con la honestidad intelectual que profesaba, agregaba que “(…) a falta de testimonios positivos, fuerza me es encabezar la genealogía de la familia Herrera con dicho Gerónimo”.
Nuestras investigaciones nos permiten inferir que el fundador de la familia Herrera en Catamarca, Gerónimo, había nacido en Santiago del Estero y que sus padres fueron García de Herrera, nacido en la misma ciudad por 1578, y doña Rafaela de Antoñano, que vio la luz en Alcalá de Henares por 1583. García de Herrera era nieto del Andrés de Herrera al que se refiere Larrouy.
En el acápite I habla sobre el matrimonio fundador de la familia, compuesto por el capitán Gerónimo de Herrera y Ana Páez de Cartagena. A esta señora la menciona con la partícula doña, tratamiento que denotaba hidalguía de origen en ese tiempo. Hoy podemos asegurar, luego de la compulsa de variada documentación, que la esposa de Gerónimo de Herrera no era reconocida por sus contemporáneos ni por los miembros de su familia con ese tratamiento tan codiciado.
Con respecto a la filiación de esta señora, nos encontramos ante una situación especial. Dice Larrouy que Ana Páez de Cartagena era hija de Pedro de Maidana, pero este último no era su padre sino su abuelo materno, y lo que resulta curioso es que esa información la obtuvimos del testamento de Maidana, redactado en 1630 y que el propio Antonio Larrouy publicó el año anterior a la edición del folleto(4).
En su exposición, para fundamentar el motivo por el cual Ana Páez de Cartagena llevaba apellido distinto al de su probable progenitor, con pluma exquisita advierte que

“(a) nadie extrañe que el padre fuera Maidana y la hija se apellidara Páez de Cartagena, porque, muy en particular para las mujeres, no era entonces regla absoluta que los hijos tomaran el apellido paterno; no pocas veces usaban el de la madre, cuando no el de alguno de sus abuelos”.

Este precepto de la onomástica española del siglo XVII explica la particularidad en la transmisión de los apellidos y demuestra la erudición del sacerdote francés.
Hoy podemos establecer que Ana Páez de Cartagena, antepasada de los Herrera de Catamarca, era hija de Antonio Páez de Cartagena y de María Magdalena de Cabrera, quien sí era la hija del ya citado Pedro de Maidana y de su esposa, Blasia de Cabrera.
Con respecto a los hijos del matrimonio fundador, Larrouy afirma conocer los nombres de cuatro: Nicolás, Pedro, Magdalena y Martín García. La consulta de variada documentación nos permite hoy afirmar que esos hijos fueron seis: los tres varones mencionados por el historiador más otro llamado igual que su padre, Gerónimo; en cuanto a esa Magdalena que menciona Larrouy, debe referirse a Rafaela de Herrera; el elenco de hijos del matrimonio fundador se completa con otra mujer, Francisca.
Resulta interesante manifestar que el sacerdote historiador establece que uno de esos hijos mencionados, Pedro, contrajo matrimonio pero falleció sin sucesión. Corrige de esta manera, en beneficio de la genealogía de los Herrera, a Manuel Soria quien, diez años antes, en 1906, había afirmado en sus Familias Vallistas que los Herrera descendían de ese Pedro (Soria, 1906).
En el acápite II trata sobre el matrimonio de Martín García de Herrera, hijo del tronco de la familia. En este caso, García es nombre y no apellido; recuerda al de su abuelo paterno, García de Herrera. Contrajo matrimonio con doña Juana Carrizo y Pedraza, siendo los padres, entre otros, de Gerónimo de Herrera.
El acápite III se inicia con el matrimonio del recién nombrado Gerónimo y de doña Inés Carrizo. Aquí debemos señalar una confusión en la línea genealógica que viene desarrollando Larrouy.
Si bien es cierto que Martín García de Herrera y doña Juana Carrizo tuvieron un hijo llamado Gerónimo, nuestro sacerdote lo confundió con su primo hermano homónimo, quien sí había casado con doña Inés Carrizo. Este último Gerónimo era hijo del maestre de campo Gerónimo de Herrera (hermano de Martín García de Herrera) y nieto del primer Gerónimo, el fundador del linaje.
Tenemos entonces dos primos hermanos que reproducen el nombre de su abuelo Gerónimo de Herrera. Esta situación determinó, sin duda, la confusión del padre Larrouy.
Volvamos ahora a Gerónimo de Herrera, casado con doña Inés Carrizo. Ellos fueron los padres de don Andrés de Herrera, que nuestro historiador trata en el acápite IV.
Menciona los tres matrimonios de don Andrés, siendo su última esposa doña Francisca de Barros. Dice que no conoce el nombre de los padres de esta señora, pero no duda en afirmar que pertenecía “a la ya muy larga y muy distinguida familia Barros Sarmiento, cuyos fundadores fueron (…) Nicolás de Barros Sarmiento, riojano, y doña María de Nieva y Castilla, catamarqueña”.
Nuestras investigaciones nos permiten confirmar que doña Francisca de Barros pertenecía al linaje que señala Larrouy. Era nieta del mencionado Nicolás de Barros Sarmiento, que participó en la fundación de San Fernando de Catamarca en 1683, pero la esposa de este último no era la que señala el sacerdote, doña María de Nieva y Castilla sino doña María de la Vega y Castro. Seguramente el padre Larrouy confundió el casamiento de un hijo de Nicolás de Barros Sarmiento, que se llamaba Pedro, quien sí casó con una señora llamada María de Nieva y Castilla.
En el acápite V se refiere a un hijo de los Herrera y Barros, llamado igual que su padre, Andrés. Y también al igual que su padre, contrajo matrimonio en tres oportunidades. La última fue en 1807 con doña Alejandra de Segura.
En el acápite VI se refiere a don Próspero Andrés, hijo del matrimonio anterior, y menciona sus dos casamientos. El segundo fue con Azucena González, hija de Gregorio González, que murió degollado en Piedra Blanca en tiempos de Rosas, y de Petrona Boter, una de las nietas de Sebastián Díaz de Peña, titular del mayorazgo de Huasán.
Agrega el historiador que, de la ceremonia de casamiento de Gregorio González con Petrona Boter, fueron padrinos un tío de la novia, Miguel Díaz de Peña, que fue gobernador de Catamarca, y Salomé González, hermana del novio, esposa del gobernador de Catamarca Nicolás de Avellaneda y Tula.
Nosotros agregamos que doña Salomé fue, a su vez, madre de Marco Avellaneda, gobernador de Tucumán, y abuela del doctor Nicolás Avellaneda, presidente de la Nación.
En el último acápite, el VII, el historiador francés informa del bautismo de un hijo de Próspero Andrés de Herrera y de doña Azucena González. Esa ceremonia se efectuó en la Iglesia Matriz el 5 de julio de 1856, “a los siete días de nacido” y el niño recibió los nombres de Benigno Marcial, “pero es más conocido, y muy meritoriamente conocido”, enfatiza Larrouy, bajo su nombre de Confirmación, Julio Herrera, a quien dedica esta investigación.

Palabras finales

Quienes cultivamos los estudios genealógicos en Catamarca tenemos en el sacerdote-historiador a uno de sus precursores en nuestra tierra. Resulta altamente destacable el hecho de que a principios del siglo XX un investigador de su talla se dedicara al estudio de la Genealogía, ciencia que, en su momento, fue denominada como “auxiliar” de la Historia.
El estudio genealógico que hemos comentado constituye un aporte de destacada significación por cuanto permite avanzar en la construcción del conocimiento de la historia de esta familia. Rectifica varias aseveraciones que, una década antes, Manuel Soria había publicado en la primera genealogía que se conoce de los Herrera.
Recuperando los comentarios iniciales con respecto al desconocimiento de este folleto, consideramos que gran parte de la producción del padre Antonio Larrouy, dispersa en periódicos y revistas especializadas de todo el país, debería ser reeditada, en homenaje de gratitud a su memoria y para beneficio de la historia catamarqueña en particular, y de la argentina en general.

Notas

* Magíster en Historia Regional Argentina. Licenciado en Historia. Profesor Adjunto en las cátedras “Historia de Catamarca” e “Historia del Noroeste Argentino” (Departamento Historia – Facultad de Humanidades – UNCa.). Presidente del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Catamarca. El presente artículo ha sido publicado en Logos. Revista de la Cátedra Padre Antonio Larrouy, Departamento Historia, Facultad de Humanidades, UNCa, Segunda Época, Año I, Nº 1, 2009.
(1) En la portada figuran los siguientes datos: La familia Herrera de Catamarca/Al Doctor Julio Herrera/Por el/Padre A. Larrouy/Miembro de la Junta de Historia/y Numismática Americana/Talleres: Placente y Dupuy.
(2) El doctor Hilario Muruzábal Herrera es sobrino tataranieto del doctor Julio Herrera, al descender por línea materna de don Próspero Cirilo Herrera, hermano mayor de Julio. Esta relación parental explicaría la existencia de un ejemplar en la biblioteca familiar del primero de los mencionados.
(3) Comunicación personal al autor (2002).
(4) SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DEL VALLE. Documentos relativos a Nuestra Señora del Valle y a Catamarca recopilados por el P. A. Larrouy, Tomo Primero, 1591-1764, Buenos Aires, Compañía Sud-Americana de Billetes de Banco, 1915, pp. 26-27.


Bibliografía

GERSHANI OVIEDO, Marcelo
2000. "Genealogía de la familia Herrera y Cartagena: aportes para una caracterización de la elite colonial catamarqueña", Boletín del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, Tomo 21, N° 215, Buenos Aires

2002a. Una familia de la sociedad colonial catamarqueña. Los Herrera y Cartagena. Siglos XVI a XVIII. Departamento Historia. Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Catamarca (inédito)

2002b. De la Catamarca colonial a la independiente. Los Herrera. Siglo XIX. Departamento Historia. Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Catamarca (inédito)

2003. Redes familiares en Catamarca a fines del siglo XIX. Los Herrera y la distribución del poder (1894 - 1899) (inédito)

LARROUY, A(ntonio)
1916. La familia Herrera de Catamarca, Talleres Placente y Dupuy, (Azul).

PÉREZ FUENTES, Gerardo.
1991. El historiador P. Antonio Larrouy (1873-1935), Catamarca, Edición del autor.

REYNOSO, Nicolás.
s.f. Antigua Catamarca. Don Alberto Espeche el coleccionista, Catamarca, Editorial Sarquís.

SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DEL VALLE.
1915. Documentos relativos a Nuestra Señora del Valle y a Catamarca recopilados por el P. A. Larrouy, Tomo Primero, 1591-1764, Buenos Aires, Compañía Sud-Americana de Billetes de Banco.

SORIA, Manuel.
1906. Familias Vallistas. Genealogías y crónicas catamarqueñas, Catamarca, Talleres Tipográficos de La Ley, 1906.

TORRE REVELLO, José.
1935 (abril-diciembre). “Bio-bibliografía del P. Antonio Larrouy”, Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas”, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Buenos Aires, Buenos Aires, años XIII y XIX, tomo XIX.

martes, 6 de abril de 2010

Don Juan José Feliciano Martierena, IVº Marqués del Valle de Tojo


Enrique Sancho-Miñano (h)

El presente artículo es una breve reseña sobre la ascendencia del guerrero de la Independencia don Juan José Feliciano Martierena, IVº Marqués del Valle de Tojo (también conocido como Marqués de Yavi, por el lugar donde residía), y sobre la creación y transmisión de este título nobiliario:

I.- El primer marqués fue don Juan José Fernández Campero y Herrera (natural de Abionzo, bautizado el 16 de septiembre 1645). Pasado al Perú, casó con doña Juana Bernárdez de Ovando, poseedora en la Puna jujeña de una muy rica encomienda heredada de su padre don Pablo Bernárdez de Ovando.
Doña Juana falleció en el parto.
Ya viudo, y heredero de la gran fortuna de su mujer, don Juan José Fernandez Campero compró el título de Marqués en el año 1708. Ese mismo año se había casado con doña Josefa Gutiérrez de la Portilla.
De este segundo matrimonio, don Juan José tuvo dos hijas mujeres:
1) Manuela Micaela Ignacia Fernández Campero,
2) Josefa Rosa Fernández Campero.

II. Doña Manuela Micaela Ignacia Fernández Campero, fue la IIª Marquesa del Valle de Tojo. Contrajo matrimonio con don Alejo Martierena, y fueron padres de:
1) Antonia Prudencia Martierena. Casada con Joaquín Antonio Pérez de Uriondo.
2) Petrona Ignacia Martierena.
3) Ana María Martierena.
4) Josefa Petronila Martierena.
5) Juan José Manuel Gervasio Martierena.

III. Don Juan José Manuel Gervasio Martierena, fue el IIIer. Marqués del Valle de Tojo. Contrajo matrimonio en Tupiza (Bolivia) con su sobrina doña María Josefa Pérez de Uriondo y Martierena. Fueron padres de:

IV. Don Juan José Manuel Feliciano Martierena, IVº Marqués del Valle de Tojo. Fue bautizado en Yavi el 15 de junio de 1777. Murió en Jamaica el 22 de octubre de 1820. Según Zenarruza y Bernardo Frías, murió viudo y sin hijos, razón por la cual el título pasó a su tía doña Antonia Prudencia Martierena, al ser la heredera más cercana.

Por el contrario, Juan Isidro Quesada afirma que el IVº Marqués había casado con doña Manuela Barragán, y que en un testamento redactado en Jamaica, reconoce que tuvo dos hijos legítimos: 1) Fernando, y 2) Calixta (pág. 350. En la nota 18 de la misma página, dice Quesada que además tuvo dos hijos naturales: Juan José y Mercedes). Ninguno mantuvo el apellido paterno Martierena, y se hicieron llamar por el apellido de su bisabuela: Campero.

Sobre Fernando Campero, dice Zenarruza que nunca aportó ninguna prueba documental que acredite ser hijo del IVº Marqués, a tal punto que el título -como ya lo mencioné- pasa a la tía de Juan José Feliciano Martierena.
Zenarruza también comenta que la provincia de Jujuy le hizo un juicio de reivindicación a don Fernando Campero, juicio en el que tampoco aportó pruebas de su filiación.


Origen del título de marqués del Valle de Tojo

El título de marqués del Valle de Tojo es un título adquirido por compra. Es de los denominados "títulos beneficiados", que son los creados por el rey para que sea vendido en beneficio de obras (ej. para hacer frente a la construcción de la muralla de Lima se vendieron 11 títulos a $30.000 cada uno) o instituciones religiosas. La mayoría fueron vendidos en América. Esta práctica de venta de títulos comenzó con Carlos II, por la pobreza en que se encontraban las arcas del Estado, y la imposibilidad de hacer frente a muchas erogaciones.

Concretamente, el marquesado del Valle de Tojo fue comprado por don Juan José Fernández Campero, previa prueba de "limpieza de sangre", y otorgado por real cédula de 9 de agosto de 1708 expedida por Felipe V, "en atención a la nobleza de su familia, a sus méritos como encomendero (en relación con la conservación y doctrina de los indios a su cargo) 'y especialmente por el servicio de $15.000 pesos escudos de plata entregados de contado en la Corte'" (Guillermo B. Madrazo, Hacienda y encomienda en los Andes. La Puna argentina bajo el marquesado de Tojo, Siglos XVII a XIX, Fondo Editorial, Bs. As., 1982, pág. 43).

Es decir que, además del pago, había que acreditar "méritos" (ej.: servicios militares, ser buen encomendero, etc.), "calidad" de linaje (hidalguía, o sea, nobleza de sangre), y renta suficiente para mantener con "decoro" el título.
Se hace constar la hidalguía de Fernández Campero en la cédula de otorgamiento del marquesado del Valle de Tojo porque, precisamente, se trataba de un título comprado (en los títulos otorgados por servicios extraordinarios a la corona, era suficiente probar "limpieza de sangre"), y era costumbre incluir en la real cédula la expresión “…Y teniendo consideración a todo lo referido, y a haber constado que en vuestra persona y Casa concurren la notoria nobleza, calidades y circunstancias que se requieren para obtener y mantener con lustre y esplendor la mencionada dignidad de Título de Castilla, he venido en ello. Y en consecuencia, y para más honráros y sublimar vuestra persona y antigua nobleza de vuestra Casa, mi voluntad es que vos el dicho don N. Y los referidos vuestros hijos, herederos y sucesores, cada uno en su tiempo, perpetuamente para siempre jamás, os podais llamar o intitular, llaméis e intituléis, llamen e intitulen, y os hago e intitulo Conde de N., etc., etc.” (conf. Barón de Cobos de Belchite, Consideraciones diversas sobre Títulos Nobiliarios, en Tratado de Genealogía, Heráldica y Nobiliaria, Curso de Licencia de la Escuela de Genealogía, Heráldica y Nobiliaria, Hidalguía, Madrid, 1961, pag. 297 y ss.).

Para tener una idea de lo que eran $15.000 en esa época, un Juez Privativo ganaba $1.200 anuales y un Escribano de Juzgado $200 anuales (conf. Francisco de las Heras, Compra de Títulos Nobiliarios en Perú durante el reinado de Carlos II, Revista Hidalguía, Nros. 154-156, Madrid, 1979, pag. 395).

Fuentes:
Jorge Zenarruza, Antecedentes del Marquesado del Valle de Tojo, en Genealogía, Revista Nº 17 del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, Bs. As., 1977, pág. 505.
Juan Isidro Quesada, Un título de Castilla en el Virreinato del Río de la Plata, el marquesado del Valle de Tojo, en Paseo Genealógico por la Argentina y Bolivia, Bs. As., 2006, pág. 346 y ss.
Archivo Histórico Nacional de España, Secretaría de las Ordenes Civiles, Expediente 936, de pruebas del caballero de la orden de Carlos III, de don Juan José Feliciano de Martierena y Pérez de Uriondo Fernández Campero y Martierena, natural de Yavi (Charcas), Marqués del Valle de Tojo. Expediente que se encuentra digitalizado y puede consultarse a través del Portal PARES.

lunes, 5 de abril de 2010

Homenaje al Dr. Fernando López de Zavalía - Conferencia Dr. Manuel García Fernández

Homenaje al Dr. Fernando López de Zavalía - Conferencia Dr. Manuel García Fernández

En el Homenaje que se tributó el día 2 de diciembre de 2009 al Dr. López de Zavalía en el salón Auditorium del Hotel Tucumán Center, el Dr. Manuel García Fernández leyó un trabajo histórico genealógico cuyo texto ha sido publicado en este blog anteriormente. En esta oportunidad, ofrecemos los enlaces para ver sendos videos de la alocución referida.

http://www.youtube.com/watch?v=yHkMJJSrpi0
http://www.youtube.com/watch?v=IeIFRarE4hY

Los antecedentes familiares y genealógicos del Dr. Fernando Justo López de Zavalía

Los antecedentes familiares y genealógicos del Dr. Fernando Justo López de Zavalía*

Manuel García Fernández**


INTRODUCCION

El Dr. Fernando Justo López de Zavalía nació un primero de Enero de 1929 en la ciudad de San Miguel de Tucumán. Fueron sus padres don Roque Carmen Cruz López del Sar(1) y doña Julia Elena Teodora de Zavalía-Heller.

La relación de Tucumán y sus mayores no era poca. Venía de los hombres de la entrada, de aquellos que fundaron la primera ciudad de “Barco” en lo que actualmente es la Quebrada del Portugués como sostiene con científico rigor la investigadora doña Teresa Piossek Prebisch. Barco devendrá definitivamente y luego de otros traslados, en la actual Santiago del Estero, justa y felizmente llamada “Madre de Ciudades”. Aquí, vamos a encontrar a sus antepasados Diego de Villarroel y Francisco de Aguirre entre otros tantos de esos caudillos fundadores del primer territorio patrio.

En los cincuenta años posteriores a la fundación de Barco por Núñez de Prado, el territorio de los que van a ser las provincias fundadoras, ya se encuentra prácticamente colonizado por el imperio español.

La genealogía de López de Zavalía comprende entonces a todas las etapas de las élites exitosas que han poblado América y era muy difícil o casi imposible que nuestro personaje hubiese sido otra cosa que jurista si vemos como a continuación lo haremos, su composición genética.

Los antepasados y parientes maternos

Por su madre don Fernando descendía y estaba emparentado con los destacados juristas de apellido Zavalía y con el eximio Juan de Dios Heller Johanssen y Palacio Todd de quien siempre se sintió muy orgulloso de ser sobrino nieto. Recordemos que el Dr. Juan Heller por lejos es uno de los más importantes padres de nuestra moderna patria chica. El Tucumán potencia de mediados del siglo pasado le debe y mucho por su acción republicana y culta. También por Heller, estaba cercanamente emparentado a su discípulo Ignacio Colombres Garmendia y a los Dres. Rouges Heller de destacada actuación en nuestro medio.

Se unía por este costado con el Dr. Salustiano Zavalía (Convencional constituyente del 53 y destacado jurisconsulto) y con los juristas García Zavalía y García Pinto, estos últimos descendientes de Don Fernando García de Robés, hijodalgo asturiano quien se radicó en Córdoba del Tucumán y engendró con doña Juana Josefa de Zavalía de las Casas entre otros al Dr. Rafael García (Jurista de nota y amigo de Sarmiento, que firmó solo con el apellido paterno, casado con doña Augusta Montaño y cuya magnífica estatua se exhibe hoy en día en la facultad de derecho de Córdoba), y a doña Agustina García-Zavalía, bisabuela de nuestro genealogiado.

Dentro de esta rama no puedo dejar de mencionar a su endogámicamente pariente el Doctor Rafael García Zavalía (1890-1971), cordobés, miembro de la Corte Suprema de oro que supo tener Tucumán en la primera mitad del siglo pasado. Fue asimismo presidente éste de la Cámara Federal de Apelaciones y catedrático de la Facultad de Derecho ejerciendo además altos cargos administrativos y diplomáticos.
Por Zavalía también se emparentaba con el abogado e historiador tucumano, Carlos Páez de la Torre y Soldati a quien Tucumán ya tanto le debe por habernos informado de su historia y genealogías en estas últimas cinco décadas. No menos importante también es nombrar al jurista e historiador contemporáneo Dr. Félix Montilla Zavalía y al no menos destacado Dr. Máximo Eudoro Méndez y Páez de la Torre, abogado del foro local y pionero de la ciencia genealógica tucumana.

Hoy tanto en Buenos Aires como en Córdoba y en Tucumán, existe una nutrida descendencia de esta distinguida familia de Euskal Herria de los Zavalía llegados a finales del siglo XVIII. La endogamia característica de este linaje en nuestro país, creo tiene su explicación mas allá del simpático adagio que dice de que para un Zavalía no hay nada mejor que otro Zavalía, en la preservación de su limpieza de sangre e hidalguía universal de la que gozaban estos señores por el solo hecho de ser hijos de la raza de Aitor(2).

Descendía también por su madre de los Laguna-Bazán, principalísimos vecinos y dueños de la casa donde se firmó el primer acto jurídico argentino, el de la independencia americana ¿Como no iba a ser entonces don Fernando un hombre comprometido con el devenir histórico y jurídico de esta incipiente República, basada en la fusión de naciones aborígenes y románico vasco-celtiberas?

Los mayores y parientes paternos

Sin restar nunca importancia a los mencionados guipuzcoanos de Zavalía o astures García de Robés; es de nobleza reconocer la antigüedad en la argentinidad de los antepasados por el linaje López de Vera del que nuestro genealogiado pertenecía por varonía. Según nos informa el Dr. Páez de la Torre, estos López(3) se pierden en las primeras horas de la mítica Esteco, de donde van a salir las tantas e ilustres ramas de esta gens que abundan en el noroeste argentino. Por López descendía de la linajuda casa de Lizarralde y Aráoz (a la que la América libre tanto le debe), y su antepasado el coronel Diego Aráoz y Balderrama era hermano de doña Josefa Rosa de Aráoz casada con el vasco Salvador Alberdi, madre de nada mas y nada menos que del padre de nuestra Constitución Nacional Dr. Juan Bautista Alberdi. Saberse sobrino del creador de Las Bases más que un orgullo debe de haber sido un terrible compromiso que don Fernando supo llevar a la hora de usar la pluma.

A su vez por Aráoz, se emparentaba y descendía de las familias fundadoras de Santiago del Estero ya que procedía de Don Sancho de Paz y Figueroa. Se vinculaba por su lado santiagueño a familias emblemáticas como lo Taboada y los Ibarra. Por estos Paz de Figueroa estaba emparentado don Fernando al eximio vicepresidente de Mitre, Dr. Marcos Paz y al mismísimo fundador del Estado moderno argentino, General Julio Argentino Roca–Paz.

Asimismo descendía de doña Dorotea Terán-Alurralde de Paz, y su padre don Roque López del Sar era primo segundo del monumental Juan B. Terán entre otras cosas creador de la Universidad Nacional de Tucumán.

Ya que mencionamos a los Alurralde, familia troncal de juristas y próceres argentinos, diremos que el Dr. Fernando Justo era Alurralde también por su antepasada Micaela Alurralde y Avila(4) esposa del ya mencionado Diego Aráoz Balderrama. Por este linaje también vasco, va a estar emparentado con El ilustrísimo jurisconsulto y hombre público don Nicolás Matienzo Alurralde (también éste Zavalía), y con los demás distinguidos juristas del linaje de Matienzo en Tucumán.

Inclusive por este costado se liga sanguineamente al Dr. Ildelfonso de las Muñecas, cura mártir de la independencia, y con el genial e internacionalmente reconocido Dr. Carlos Cossio-Alurralde célebre por su “Teoría Egológica del Derecho”. Otro prócer del derecho por este linaje es el Dr. Benjamín Paz-Terán, miembro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Aquí tanbien quiero acordarme de su pariente el cordobés Enrique Martínez-Paz, célebre jurista e historiador.

Por Alurralde y Ávila se emparienta nuevamente con su discípulo Ignacio Colombres Garmendia y con el destacado abogado y político don Ezequiel Ávila Gallo, al Dr. Manuel López-Rouges y muchos otros distinguidos hombres de la política y el derecho actual.

Es pariente de todos los letrados y notarios Terán que componen actualmente nuestro foro.

La lista de personajes se puede llegar a extender mucho, por lo cual voy a ir terminado sin dejar de mencionar que por sus mayores Alurralde, don Fernando estaba enraizado a lo mas profundo de nuestra tierra, siendo descendiente de doña Bárbola Coya, de comprobada filiación a la casa real del imperio incásico. Por este lado está emparentado a catorce presidentes(5) de la hermana República de Chile.

De niño don Fernando López de Zavalía se crío en un ambiente familiar donde por su padre vio brillar el apogeo del partido radical, en el cual el Dr. López del Sar tuvo un actuar destacadísimo. Por sus primas López Pondal estaba emparentado con los gobernadores radicales progresistas José Graciano Sortheix y Miguel Critto. Con el Ilustre y dos veces gran gobernador de Tucumán tristemente olvidado Dr. Miguel Campero, se entroncaba por los Aráoz y con su señora esposa doña Dolores de Zavalía Estévez por su madre como ya vimos. Igualmente por Paz era pariente del también radical Ramón Paz Posse (genearca de todos los que llevan este apellido compuesto), de sostenida militancia.

Por sus tíos y tías del antiquísimo linaje de los García de Valdés, se vinculaba a quien fuera Secretario de la “Corte de Oro”, don Alberto Juárez Aráoz y era primo segundo del ex embajador argentino ante la ONU y Estados Unidos, don Lucio García-del Solar Dorrego. Su otro primo segundo don Alberto Juárez Aráoz-García, fue un típico personaje del ayer provinciano y uno de los primeros mártires de la aviación civil tucumana que fundara don Nicanor Posse(6).

Por último diré que por su abuela paterna doña Indiana del Sar Ocampo y Elías Colón, descendía directamente del jurista riojano Gabriel Ocampo radicado en Chile y padre del código comercial de ese país. Y cuando dijimos que estaba vinculado a las primeras élites de América, el apellido Colón nos devela la descendencia por este lado del mismísimo don Cristóbal(7).

Cuando Fernando López de Zavalía nació, nuestro país era el quinto más importante de la tierra y Tucumán figuraba entre los cinco primeros Estados de la República. Debió ser terrible tener que morir en una Argentina incendiada y que hoy no puede resurgir de las cenizas. Pero él no se escudó en las excusas de los mediocres que atribuyen su fracaso a las circunstancias de su “yo” como diría Ortega, sino que siempre se esforzó, inclusive dando clases en la plaza Urquiza o en su propia casa, cuando había huelgas y las facultades estaban tomadas.

Hoy ante sus queridos amigos, familiares e hijos, me atrevo a hacer suyas las palabras de otro grande: Don Lisandro de la Torre, cuando dijo: Se que no llegaré, pero llegará la juventud si persevera y estudia.

Muchas gracias!


NOTAS
* Este trabajo es una modificación del discurso que el autor leyó en el homenaje al Dr. López de Zavalía el día dos de Diciembre de 2009 en el salón Auditorium del hotel Tucumán Center. Es un trabajo histórico genealógico que pretende dar un pantallazo sobre los antecedentes familiares del homenajeado, y evidentemente está cargado de subjetividades y de hasta errores como en la nota al pie de página número 13 se aclara. El homenaje es un claro acto político reivindicatorio dentro del mundo del derecho, a éste personaje que por haber sido politizado se lo deja fuera de su verdadero ámbito de grandeza como fue la ciencia del derecho.
Mi agradecimiento a doña Celia Avellaneda de Ibarreche, a don Marcelo Gershani Oviedo y a don Justino Terán Molina por sus aportes para esta reseña familiar. A mi madre Elvira Florencia Juárez Aráoz-Martínez, quien me enseñó a valorar y entender desde pequeño la importancia de la familia López de la que orgullosamente desciende por su abuela paterna Da. Elvira Leonor García de Juárez Aráoz.
Asimismo mi agradecimiento al Dr. Amancio Lucio Petray por haber ideado este homenaje público y ser no solo su autor intelectual sino también su sostenedor material.
Las fuentes para este trabajo son los artículos de Familias Tucumanas del Dr. Carlos Páez de la Torre (h) en la revista del canal de cable CCC; y el libro publicado por el Colegio de Abogados titulado Justicia y Abogacía en Tucumán (2004). Las genealogías de López y Zavalía son gentileza del archivo digital de la mencionada Sra. Avellaneda de Ibarreche, sobrina carnal de don Fernando. Debo también agradecer a los hijos del homenajeado por los datos y documentación aportada y a mis compañeros de la Diplomatura en Genealogía y Heráldica de la Universidad de San Pablo de Tucumán, especialmente a mi amigo y pariente el Dr. Enrique Sancho Miñano hijo.
** Abogado por la UNT. Miembro adherente del Centro de Estudios Genealógicos de Tucumán y alumno de la Diplomatura en Genealogía y Heráldica de la Universidad de San Pablo de Tucumán.
(1) Hermano de don Javier Juan López del Sar, abogado, medalla de oro de su promoción de la Universidad de Buenos Aires. Murió soltero y fue quien enseñó derecho civil a nuestro genealogiado.
(2) Según la leyenda, sería el Adán o genearca de todos los vascuences.
(3) Como ya veremos, además de Elena López de Vera y Torres Valenzuela, el genearca don Pedro López de Vera tuvo siete hijos, entre los cuales se encuentran don Juan Francisco y don Santos López y Torres. Del primero van a descender figuras destacadas como el cura don Tiburcio López y Molina, el doctor Ángel López, fusilado por Rosas (de esta rama vienen por ejemplo los López Mariño, López Guzmán y los López Alurralde entre otros). De don Santos va a venir el gobernador de Tucumán don Javier López Iturrios, fusilado por Heredia y quien estuvo casado con doña Lucia Aráoz y Alurralde. Este era tatarabuelo por línea de varón de don Fernando.
(4) Nuestro genelogiado llevaba tres veces la sangre de este linaje López, ya que esta doña Micaela Alurralde Ávila (casó con Diego Aráoz) y su hermana Mercedes (casó con Terán) eran bisnietas de don Pedro López de Vera, genearca hasta donde se sabe de esta familia.
(5) Se suma como número quince don Sebastián Piñera actual presidente chileno (año 2010), según datos aportados el genealogista Dr. Raúl Cossio-Etchecopar.
(6) El primer mártir de la aviación tucumana fue don Benjamin Matienzo y López Alurralde, varias veces entroncado con nuestro reseñado personaje.
(7) Si bien luego del dos de diciembre de 2009, fecha del homenaje al Dr. López de Zavalía, su sobrina la Sra. Celia Avellaneda de Ibarreche me aclarara que el parentesco con Colón era solo tradición familiar, hemos preferido dejar el trabajo así y con solo esta aclaración, ya que en parte de los miembros de la familia es un hecho éste de la descendencia del Almirante don Cristóbal y que se da por sentado. Además es parte de la “estética del error” o de los errores que este trabajo referido a la genealogía honrante y hasta casi exultante debe tener.
El otro error que fue suprimido es el haber atribuido filiación a la casa santiagueña de Salvatierra a don Fernando, cosa que lo hubiese vuelto a emparentar con su discípulo Colombres Garmendia.
La estética del error es un tema apasionante, y en mi mente nace creo del mismísimo Moisés de Miguel Ángel, donde sus cuernos fruto de una mala traducción del hebreo son parte de la excesiva belleza de esa escultura migueliana.