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sábado, 27 de noviembre de 2010

Génesis del Patriciado y de la Elite en Catamarca. Descendientes de conquistadores del Tucumán en el primer cabildo catamarqueño (Siglos XVI y XVII)

Marcelo A. Gershani Oviedo*


1. A maner de introducción

Esta comunicación se desprende de una investigación mayor referida a la conformación del patriciado y de la elite en Catamarca, cuyo marco cronológico se encuentra comprendido entre 1683, cuando se funda la ciudad de San Fernando de Catamarca, y las tres primeras décadas del pasado siglo XX, y que forma parte de la tesis de maestría en Historia Regional Argentina que estamos cursando en ámbitos del Departamento Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Catamarca(1). En esa tesis nos proponemos demostrar que los integrantes de la elite catamarqueña que ocuparon significativos espacios de poder entre los últimos años del siglo XVII y las primeras tres décadas del XX, descendían de los vecinos fundadores de la ciudad de San Fernando, Valle de Catamarca, situación que los posicionaba como parte integrante del grupo social que caracterizamos como patriciado.

¿Qué entendemos por patriciado? Dice Prudencio Bustos Argañaraz (1998) que “la sangre heredada, los méritos militares, los estudios superiores, los hábitos sacerdotales, los cargos políticos, el matrimonio, los bienes raíces y la fortuna, han obrado como elementos condicionantes de la pertenencia a la clase patricia”. Aclara que en su investigación se utilizan de manera indistinta los términos nobleza, hidalguía, patriciado, aristocracia, clase alta y clase principal, todos los cuales han tenido vigencia en distintas épocas, para aludir al mismo sector social.
Carlos Méndez Paz (2005), por su parte, afirma que los patricios fundaron la Patria, cuyo nombre deriva de ellos. Señala que el Diccionario de Autoridades de la Real Academia de España, publicado en 1737, indica que era patricio el caballero romano, en tanto Padre o Fundador de la República; allí se aclara también que se puede hacer alusión al grupo o clase de los patricios, habida cuenta que así eran llamados los descendientes de los primeros senadores establecidos por Rómulo. Teniendo en cuenta esos antecedentes, Méndez Paz considera en su trabajo que, en el Nuevo Mundo, los “jefes fundadores de una ciudad o una comunidad germinal”, su clientela y los vecinos fundadores, sea cual fuere su condición social, son los actores principales de esa saga poblacional y, por tanto, tienen en ese contexto la categoría de patricios.
Narciso Binayán Carmona (1999) entiende que a la clase alta se la puede llamar “patriciado”, y aclara que es un término “un poco barroco pero no inexacto…”.
El término elite, por otra parte, es un vocablo que identifica a un conjunto reducido de personas que se destacan o sobresalen del resto de su comunidad. Es una minoría cualitativa y selecta que se destaca en el desarrollo de una actividad o función respecto al resto de la población. Desde el siglo XIX, el concepto de elite ha sido aplicado a los estratos sociales dominantes, los que, generalmente, tienen acceso a los más altos niveles del Estado o ejercen control sobre la estructura de clases del sistema social y lo manipulan en su beneficio (Sosa Miatello, Lorandi y Bunster, 1997; Cueto, 1998; Bertrand, 2000; Langue, 2000; de la Orden de Peracca, Gershani Oviedo, Roldán y Moreno, 2001).
Nos abocamos en esta investigación al estudio genealógico de los miembros del primer cabildo de la ciudad de San Fernando, Valle de Catamarca (1683), remontando su ascendencia hasta los conquistadores que ingresaron a la región del Tucumán con el capitán Juan Núñez de Prado, a mediados del siglo XVI.
Se aspira en esta investigación demostrar una continuidad familiar y los vínculos parentales entre esos conquistadores y la elite hispano-criolla establecida en el Valle de Catamarca a fines del siglo XVII, representada en este estudio por los miembros del primer cabildo de la ciudad de San Fernando (1683). En este punto, seguimos a Binayán (1999) cuando afirma que a partir de un reducido núcleo de personas de la época de la conquista, la población se ha ido multiplicando con el resultado de abarcar a millones, ya que el punto de partida fue el mismo: la poca sangre blanca que existía a fines del siglo XVI.
A un minúsculo grupo de personas portadores de esa "poca sangre blanca" que señala Binayán, y a sus descendientes, nos referiremos en la presente investigación, grupo al que Ana María Presta (2000) denomina elite conquistadora. Apelaremos para su estudio a la "extraordinaria utilidad del recurso genealógico para reconstruir el entramado de las relaciones sociales en ese pequeño mundo colonial" (Boixadós, 1997).
El método genealógico nos permitió identificar a los actores sociales y establecer los vínculos de parentesco entre ellos. Las redes familiares que interesan a este estudio se han confeccionado a partir de la compulsa de fuentes primarias en repositorios locales, nacionales e internacionales.
Son varias las razones por las que tomamos a los miembros de la expedición de Núñez de Prado y a los integrantes del primer cabildo catamarqueño como variables de estudio.
En cuanto a los conquistadores que ingresaron con Juan Núñez de Prado al Tucumán, seguimos a Teresa Piossek Prebisch (2004) cuando considera a este grupo como el primer plantel español "que arraigó en el suelo argentino dando origen a la ciudad de Santiago del Estero". Narciso Binayán Carmona (1999), por su parte, afirma que la expedición de Núñez de Prado tiene gran importancia genealógica, puesto que varios de sus hombres figuran entre los antepasados troncales más importantes del país.
Por otro lado, la integración del Cabildo fue uno de los requisitos fundamentales para la existencia jurídica de la ciudad indiana. Dicha corporación cumplía diversas funciones políticas, administrativas y judiciales. Solamente los vecinos podían ser elegidos para ocupar los cargos capitulares (Bazán, 1996). Esos vecinos que integraron el primer Cabildo catamarqueño descendían de los conquistadores de la región, y pertenecían al más alto estrato social. Jamás olvidaron los hechos de sus antepasados en mérito de los cuales y de sus servicios personales a la Corona, detentaron los más altos cargos políticos y militares. Un fuerte sentimiento de pertenencia a ese alto estrato social, sumado a los prejuicios raciales de enorme gravitación, determinaron que sólo se unieran por lazos de sangre entre ellos (Andrada de Bosch, 2004). Esta es la razón por la que tomamos al Cabildo como institución representativa de la elite local.


2. Contexto socio-histórico

España privilegió la corriente colonizadora del Río de la Plata y hasta bien entrada la tercera década del siglo XVI, la región del Tucumán era apenas conocida entre los españoles del Perú. La expedición de Diego de Almagro, en 1535, significó la primera entrada de los conquistadores a esta región, pero "fue solamente un reconocimiento de tránsito, pues lo que le importaba a Almagro era Chile". La expedición sistemática del Tucumán recién se inició en 1542, con la entrada de Diego de Rojas (Bazán, 1996).
En el Perú, por esos años, se vivían instancias difíciles. La promulgación en España de las Leyes Nuevas de Indias trajo malestar entre los conquistadores. Las mismas habían sido promulgadas en Barcelona en 1542 y estipulaban la supresión de las encomiendas que pertenecían a las autoridades, la disminución de las grandes mercedes de indios y la prohibición de distribuir otras nuevas. Estas medidas "provocaron un verdadero pánico en el Nuevo Mundo". Su aplicación fue diferida en la Nueva España e incentivó en el Perú el levantamiento de Gonzalo Pizarro. Carlos V tuvo que dar marcha atrás, revocando esas medidas, pero los enfrentamientos no pudieron ser evitados (Bernand y Gruzinski, 1996). Las llamadas Guerras Civiles, en las que se enfrentaban los partidarios del rey con los rebelados al mando de Gonzalo Pizarro, finalizaron en 1548, luego de que el Pacificador Pedro de La Gasca, derrotara y ejecutara a Pizarro el 10 de abril de ese año. Derrotado Pizarro, La Gasca autorizó numerosas expediciones de exploración y/o conquista, conocidas como "entradas". El 19 de junio de 1549 se le encomendó a Juan Núñez de Prado la conquista de "una probincia que se llama en lengua de yndios Tucumán". Dice Binayán Carmona que este acontecimiento marcó el nacimiento del Tucumán que sería matriz de la Argentina (1999). Núñez de Prado logró reunir un contingente de ochenta y cuatro hombres y partió de La Plata (hoy Sucre), haciendo escala en Potosí. Afirma Armando Raúl Bazán (1995) que Núñez de Prado trajo "soldados fogueados en la guerra contra el rebelde Gonzalo Pizarro a quienes se estimó prudente erradicar del Perú para evitar nuevos alborotos". Algunos de esos soldados fogueados fundaron familia en el Tucumán.
En 1550 Núñez de Prado fundó la famosa ciudad del Barco, nombrada así en honor a la ciudad natal de La Gasca (Binayán Carmona, 1999). La ciudad del Barco sufrió varios traslados, hasta que en 1553 Francisco de Aguirre "mudó esta ciudad e le puso por nombre Santiago" (Alén Lascano, 1993). Era la "definitiva versión de la portátil Barco de Núñez de Prado" (Bazán, 1996).
Cinco años después, se levantó la primera ciudad en territorio catamarqueño. En junio de 1558, el capitán Juan Pérez de Zurita, fundó Londres de la Nueva Inglaterra, en el valle de Quinmivil. Luego de varias "fundaciones y mudanzas" (Serrano Redonnet, 1977) provocadas por causas diversas, hacia 1640 la ciudad de San Juan Bautista de la Ribera, en Pomán, que había sido fundada en 1633, se hallaba desierta. Se decía que "no tiene forma de población ni merece el nombre de ciudad..." (Bazán, 1996).
En cambio, Las Chacras, que era donde residían los vecinos del Valle de Catamarca, "constituían una verdadera unidad política y militar" (Olmos, 1957). Las Audiencias de Buenos Aires y de Charcas, en momentos diferentes, le otorgaron ciertos reconocimientos a Las Chacras, como la elección de un alcalde de entre sus vecinos o la confirmación de que asistiera por turno un alcalde de San Miguel de Tucumán, pues a esa jurisdicción pertenecía la zona mencionada. En 1668 el alcalde ordinario de San Miguel, Pedro Bazán Ramírez de Velasco, urbanizó la Población del Valle, en el actual San Isidro (Valle Viejo). Dice el Padre Olmos (1957) que "fuera de Córdoba, ninguna ciudad aventajaba por esos años a la del Valle de Catamarca... La tierra era fértil... y sobre todo, la naciente y progresista población tenía la milagrosa imagen de Nuestra Señora del Valle".
No es imposible imaginar el contraste existente entre la Londres de Pomán y la Población del Valle. "En vista de tales circunstancias, los vecinos [de la Población del Valle] elevaron una solicitud al Rey, en la que pedían se trasladase la ciudad de Londres de Pomán al Valle de Catamarca. Pero como dicho Valle no pertenecía a la jurisdicción de Londres, sino a San Miguel de Tucumán, la petición involucraba la solicitud de creación de una nueva provincia" (Olmos, 1957). La Real Cédula del 16 de agosto de 1679 tiene como objetivo autorizar el traslado y establecer el sitio de la nueva ciudad. Quien tuvo que cumplir con este mandato de la Corona fue el gobernador Fernando de Mendoza Mate de Luna, quien ingresó al Valle el día 30 de mayo de 1683. Para fijar exactamente el sitio, el gobernador convocó, el día 16 de junio, a 22 de los principales vecinos de Las Chacras. Sólo cinco de ellos manifestaron su deseo de que la ciudad se levante en el mismo sitio de la Población del Valle; el resto, la gran mayoría, se inclinó por el lugar denominado Los Mistoles (hoy Pozo del Mistol). Ninguna de las dos posturas convenció al fundador, quien resolvió levantar la ciudad en el sitio donde hoy se encuentra, en al margen derecha del Río del Valle. El 22 de junio constituyó el primer cabildo, a cuyos miembros nos vamos a referir enseguida. Y el 5 de julio dio forma a la nueva ciudad a través de la ceremonia tradicional de fundación.
Recién en 1695 se materializó la fundación de Mate de Luna. Los vecinos, luego de la ceremonia de 1683, resolvieron no abandonar su residencia de Las Chacras, a pesar de haber recibido solares en el sitio de la nueva fundación. El 1 de enero de 1694 el teniente gobernador de San Fernando, Bartolomé de Castro, obedeciendo el mandato del gobernador Martín de Jáuregui, emitió un bando en la Población del Valle intimando a los vecinos "a edificar sus casas [en la ciudad de San Fernando] y a instalarse en ellas, so pena de pérdida de feudo para los encomenderos y de los solares repartidos para quienes no lo fueran" (Bazán, 1996). El 7 de abril de 1695 se dejó establecida, definitivamente, la ciudad de San Fernando, en el Valle de Catamarca, luego de ser trasladada en procesión, desde el Valle Viejo, la Imagen de Nuestra Señora del Valle.


3. Los hombres de Núñez de Prado

Según el Padre Lozano, ochenta y cuatro fueron los españoles que se alistaron en la expedición de Juan Núñez de Prado (Lizondo Borda, 1928). Varios de esos hombres, ya lo manifestamos, figuran entre los antepasados troncales más importantes del país. Conocemos el nombre de los compañeros de Núñez de Prado, de los cuales podemos mencionar como los más destacados, por su actuación posterior, entre otros, a Hernán Mejía de Mirabal(2), Diego de Villarroel, Juan Gregorio Bazán, Alonso Abad, Miguel de Ardiles, Francisco de Valdenebro, Santos Blázquez, Blas de Rosales, Bartolomé Jaimes, Alonso Díaz Caballero y Andrés de Herrera, cuya descendencia en Catamarca hemos estudiado.
Lizondo Borda (1928) acierta al afirmar que la mayoría de estos conquistadores se establecieron en el país, pero no es tan exacto cuando dice que "dejaron descendencia", puesto que no se le conoce a más de la mitad (Binayán Carmona, 1999).
Sabemos que, al menos veintiocho de estos conquistadores que ingresaron al Tucumán con Núñez de Prado, "habían hecho la primera entrada con Diego de Rojas". Algunos de ellos fueron Miguel de Ardiles, Juan Bautista Bernio, Nicolás Carrizo, Alonso Díaz Caballero, Cristóbal Pereira, Juan Pérez Moreno y Gonzalo Sánchez Garzón (Lizondo Borda, 1928).
Resulta interesante destacar que de los seis linajes troncales que Binayán Carmona (1999) presenta para el Tucumán, tres fueron originados por españoles llegados con Núñez de Prado (Aguirre-Villarroel(3); Gregorio Bazán; Mejía Mirabal), y otro, un cuarto, que tuvo su origen en el conquistador Juan Vizcaíno de Agüero, presenta una característica especial: la mayor parte de su descendencia proviene del casamiento de su hijo Francisco de Agüero con Juana de Valdenebro, cuyo padre Francisco de Valdenebro llegó con Juan Núñez de Prado. De manera tal que sobre un total de seis linajes troncales(4), cuatro están directamente vinculados con hombres pertenecientes a la expedición de Juan Núñez de Prado. Esta situación resulta significativa teniendo en cuenta que ha sido general en América la desaparición de los linajes de la conquista y su reemplazo por otros más modernos (Binayán Carmona, 1999).

4. El primer Cabildo catamarqueño

Hemos manifestado que el 22 de junio de 1683, el gobernador del Tucumán Fernando de Mendoza Mate de Luna designó a los miembros del primer Cabildo y, pocos días después, el 5 de julio, fundó la nueva ciudad, bautizándola con el nombre de San Fernando.
¿Quiénes fueron los vecinos elegidos por el gobernador del Tucumán para ocupar los cargos capitulares? Hemos consultado las actas capitulares(5) donde constan los nombres de los mismos, los cuales fueron confrontados con bibliografía específica (Gargaro, 1960). De esa manera, confeccionamos el siguiente listado de cabildantes:

Alcalde Ordinario de Primer Voto: Bartolomé Ramírez de Sandoval

Alcalde Ordinario de Segundo Voto: Juan de Soria Medrano

Alguacil Mayor: Juan Antonio de Arizaga

Fiel Ejecutor: Don Gaspar de Guzmán Pacheco

Regidor: Capitán Diego de Vera Mujica(6)

Regidor: Capitán Ayudante Domingo Lorenzo Mascareñas

Alférez Real y Regidor: Sargento Mayor Nicolás de Barros Sarmiento

Regidor Teniente de Maestre de Campo Blas de Pedraza

Regidor Medidor de Tierras: Capitán Laurencio Carrizo de Andrada

Regidor: Don José Luis de Cabrera

Procurador General: Felipe Moreno del Álamo(7)

Alcalde Provincial: Capitán Luis de Hoyos

Regidor: Capitán Domingo de Segura

Alcaldes de la Hermandad: Andrés de la Vega y Castro y Juan Ponce de Córdoba

Vemos entonces que el primer cabildo catamarqueño estuvo constituido por quince personas. De acuerdo a Gaspar Guzmán (1985), "todos o casi todos los asistentes a la fundación son criollos, absolutamente criollos, hijos, nietos y algunos bisnietos de los conquistadores que llegan al Tucumán (...) con las primeras expediciones de Núñez de Prado o Francisco de Aguirre y hasta del mismo Diego de Rojas".


5. Vínculos parentales entre conquistadores y capitulares

Es momento de analizar los vínculos genealógicos que existieron entre los miembros del primer cabildo de la ciudad de Catamarca y los compañeros de Juan Núñez de Prado, en un intento de demostrar una continuidad familiar entre los conquistadores del siglo XVI y los cabildantes catamarqueños del XVII. Este análisis será abordado a partir del capitular y su ascendencia, avanzando en la misma hasta entroncar con los conquistadores en cuestión. Por otro lado, no solamente se tomará la ascendencia directa del miembro del Cabildo, sino también se estudiará la de su cónyuge y, en algunos casos, la ascendencia de sus hijos políticos(8). En este punto seguimos el criterio de Prudencio Bustos Argañaraz (1998) cuando afirma que el matrimonio se constituyó en un elemento de eficaz acceso a la elite.
Iniciamos el estudio con el alcalde ordinario de primer voto, Bartolomé Ramírez de Sandoval. Pertenecía al linaje troncal de Aguirre - Villarroel, puesto que era tataranieto de doña Isabel de Aguirre, natural de Talavera de la Reina, quien era prima hermana del capitán Diego de Villarroel, que vino con Juan Núñez de Prado. Isabel de Aguirre era hija del gobernador del Tucumán Francisco de Aguirre, hermano a su vez de doña Isabel de Meneses, madre de Diego de Villarroel. La hermana del capitular Bartolomé Ramírez de Sandoval, llamada doña María Ramírez de Sandoval, contrajo matrimonio con el maestre de campo Alonso de Tula Cervín, tataranieto a su vez del conquistador Juan Gregorio Bazán. De su hermana María proceden ramas de conocidos linajes de notable actuación en el periodo colonial, como Navarro de Velasco, Tula Bazán, Sánchez de Loria, etc. Por línea materna, Bartolomé era primo hermano del también capitular Laurencio Carrizo de Andrada, tataranieto del gobernador Nicolás Carrizo, que ingresó al Tucumán con Diego de Rojas y luego con Núñez de Prado.
Alcalde ordinario de segundo voto fue Juan de Soria Medrano. Era bisnieto de Baltasar de Barrionuevo(9) y tataranieto de Juan Gregorio Bazán, ambos integrantes de la expedición de Núñez de Prado. Otro de sus tatarabuelos fue Blas Ponce(10), que luego casó con la hija de Juan Gregorio Bazán. Juan de Soria Medrano fue casado con doña Mencía de Brizuela y Doria, hija de los fundadores del Mayorazgo de San Sebastián de Sañogasta. De ese matrimonio nacieron varios hijos. Analizando los casamientos de esos hijos, arribamos a algunas conclusiones: por los menos tres hijos políticos de Juan de Soria Medrano procedían de compañeros de Juan Núñez de Prado. Ellos fueron Diego Carrizo de Andrada, Luisa de Agüero y Andrés de la Vega y Castro. El primero era hijo legítimo de otro cabildante de 1683, Laurencio Carrizo de Andrada. Descendía por línea paterna y materna de Nicolás Carrizo, Juan Gregorio Bazán, Bartolomé Jaimes y de Baltasar de Barrionuevo, todos llegados con Núñez de Prado. Otra de sus antepasadas fue la ya nombrada Isabel de Aguirre, hija del gobernador Francisco de Aguirre y prima hermana de Diego de Villarroel. Luisa de Agüero, nuera de Juan de Soria Medrano, era tataranieta de Francisco de Valdenebro, que también arribó con Núñez de Prado al Tucumán. El último de los hijos políticos de Juan de Soria que estudiamos es Andrés de la Vega y Castro, también cabildante en 1683 y tataranieto del ya citado Francisco de Valdenebro. Queda demostrado, sin pretenderlo, el intenso emparentamiento existente entre los cabildantes en 1683: Juan de Soria Medrano era consuegro de Laurencio Carrizo de Andrada y suegro de Andrés de la Vega y Castro, todos cabildantes en ese año fundacional. No dejemos de lado, por supuesto, el parentesco que los vinculaba por descender de antepasados comunes, en este caso los conquistadores mencionados.
Otro cabildante fue Juan Antonio de Arizaga, que ocupó el cargo de alguacil mayor. No conocemos, hasta el momento, ninguna referencia familiar sobre Arizaga, por lo que resulta imposible avanzar en el estudio.
Don Gaspar de Guzmán Pacheco ostentó el cargo de Fiel Ejecutor. Este vecino fundador descendía de ilustres conquistadores del Río de la Plata y del Paraguay. De las fuentes se desprende que fue una de las dos únicas personas, sobre quince integrantes del primer Cabildo, que recibía tratamiento de don, distintivo de prestigio social en la época. Contrajo matrimonio con doña Ana de Zurita y Aguilera, nacida en Santiago del Estero. Esta señora era tataranieta del capitán Hernán Mejía de Mirabal, que ingresó al Tucumán con Juan Núñez de Prado, y de su legítima esposa doña Isabel de Salazar. La esposa de Gaspar de Guzmán era también tataranieta del gobernador Francisco de Villagra y de Juan Núñez Ladrón de Guevara, sobrino de Juan Núñez de Prado. Una hermana de Ana, llamada Beatriz, fue casada con Blas de Pedraza, bisnieto de Bartolomé Jaimes, que también llegó con Núñez de Prado. Don Gaspar de Guzmán Pacheco fue suegro de doña Sebastiana Teresa Navarro, de notable ascendencia pues era tataranieta de Juan Ramírez de Velasco, fundador de La Rioja, y descendía, en línea de directa, de Juan Gregorio Bazán y Francisco de Aguirre. Otra nuera de Guzmán fue doña Luisa de la Vega y Castro, sobrina carnal del mencionado cabildante Andrés de la Vega y descendiente directa de Francisco de Valdenebro y de Juan Bautista Bernio, ambos llegados con Núñez de Prado.
El Capitán Diego de Vera Mujica fue Regidor del primer Cabildo. Todavía no hemos determinado la ascendencia de este cabildante. La cronología y la onomástica permiten sugerir que podría pertenecer al linaje santafecino de ese apellido. Es probable que haya sido hijo del maestre de campo Sebastián de Vera Mujica y de doña María de Esquivel. Con seguridad, era hijo de esos padres el General Antonio de Vera Mujica, que fue Gobernador del Tucumán en 1681, dos años antes de la fundación de San Fernando. No sería desacertado suponer que este hipotético hermano podría ser el vínculo de Diego de Vera Mujica con la región del Tucumán. El mencionado Antonio de Vera Mujica contrajo matrimonio en Santa Fe con doña Melchora Arias Montiel, tataranieta de Hernán Mejía de Mirabal y de la india María Mejía. Esta información solamente a manera de comentario.
También fue regidor el capitán ayudante Domingo Lorenzo Mascareñas, de ascendencia portuguesa por línea paterna. Es probable que sea hijo de otro Domingo Lorenzo Mascareñas, que casó en segundas nupcias con una nieta de Baltasar de Barrionuevo y bisnieta de Juan Gregorio Bazán, dos conquistadores varias veces mencionados. Volviendo a nuestro cabildante, sabemos que fue cuñado de un hermano de su probable madrastra, a quien le corresponde, obviamente, la misma ascendencia que a aquella. Por otro lado, fue suegro de Pedro Ponce de Córdoba, hermano de otro cabildante, Juan Ponce de Córdoba, tataranietos ambos de Juan Gregorio Bazán y de Bartolomé Jaimes.
El sargento mayor Nicolás de Barros Sarmiento fue designado alférez real y regidor del primer cabildo. Era nieto en el cuarto grado de Juan Gregorio Bazán, a través de su nieta Francisca, casada con Alonso de Tula Cervín. Analicemos los dos casamientos de Nicolás de Barros. Su primera esposa fue doña Inés Carrizo de Garnica, tataranieta de Nicolás Carrizo, que llegó con Núñez de Prado, y tataranieta también de la mencionada doña Isabel de Aguirre, prima hermana de Diego de Villarroel. La segunda esposa de Nicolás, doña María de la Vega y Castro, era hermana del cabildante Andrés de la Vega y tataranieta, por lo tanto, de Francisco de Valdenebro.
El teniente de maestre de campo Blas de Pedraza fue otro de los miembros del primer Cabildo. Era bisnieto de Bartolomé Jaimes y de la india Isabel, natural de Vallevicioso. A la primera esposa de Blas de Pedraza, la ya nombrada doña Beatriz de Zurita y Aguilera, le corresponde la misma ascendencia que mencionamos cuando tratamos a su hermana doña Ana, la esposa de Gaspar de Guzmán.
El cargo de regidor medidor de tierras fue ocupado por el capitán Laurencio Carrizo de Andrada. Era nieto en el cuarto grado de Juan Gregorio Bazán y tataranieto del gobernador Nicolás Carrizo y de la citada doña Isabel de Aguirre, hija de Francisco de Aguirre y prima hermana, por lo tanto, de Diego de Villarroel. La esposa de Laurencio, doña Ignacia de Pedraza, sobrina carnal del cabildante Blas de Pedraza, era tataranieta de Bartolomé Jaimes, cuarta nieta de Baltasar de Barrionuevo y quinta nieta de Juan Gregorio Bazán. De los cinco hijos políticos que conocemos de Laurencio Carrizo de Andrada, todos descendían de conquistadores que llegaron con Juan Núñez de Prado. Esos hijos políticos fueron Sebastiana de Soria Medrano, ya mencionada; Luis y Bernardo de Quiroga y Guzmán (hermanos) y Juan y José de Almonacid (padre e hijo). Sebastiana de Soria procedía de Baltasar de Barrionuevo y de Juan Gregorio Bazán; los hermanos Quiroga y Guzmán eran tataranietos de Juan Rodríguez Juárez y nietos en el cuarto grado de Gonzalo Sánchez Garzón, ambos miembros de la expedición de Núñez de Prado; por último, los Almonacid, padre e hijo, descendían de Juan Gregorio Bazán.
Don José Luis de Cabrera fue regidor y la segunda persona, de las únicas dos, que las fuentes registran con el tratamiento de don entre los capitulares de 1683. Era tataranieto del ya citado Diego de Villarroel, fundador de San Miguel de Tucumán, y sobrino bisnieto de Jerónimo Luis de Cabrera, fundador de Córdoba. Su primera esposa, doña Ana de la Vega y Castro, hermana de los citados María y Andrés, era tataranieta de Francisco de Valdenebro. Su segunda mujer, doña Mariana Navarro de Velasco, era cuarta nieta de Juan Gregorio Bazán y quinta nieta de Isabel de Aguirre, prima hermana de Diego de Villarroel. Dos hijas del primer matrimonio de José Luis de Cabrera casaron con dos hermanos Bazán de Pedraza - Tejeda Guzmán. Ambos eran tataranietos de Miguel de Ardiles y nietos en el cuarto grado de Juan Gregorio Bazán, de Alonso Díaz Caballero y de Hernán Mejía de Mirabal, todos llegados con Juan Núñez de Prado.
Felipe Moreno del Álamo fue procurador general. Al igual que en el caso del capitular Arizaga, no tenemos referencias familiares sobre este cabildante.
Alcalde provincial fue designado el capitán Luis de Hoyos. Estaba casado con doña María de Medina, hija adoptiva de Luis de Medina y de Isabel Bautista Bernio. Esta señora era hija, a su vez, de Juan Bautista Bernio, que vino con Diego de Rojas y luego con Núñez de Prado.
Otro de los regidores fue el capitán Domingo de Segura, que era vizcaíno. De su matrimonio con doña Feliciana de Nieva y Castilla nacieron varios hijos quienes, a través de sus enlaces, vincularon la descendencia de Segura con la de los conquistadores que estamos tratando. Uno de sus hijos fue casado con doña Ana de Barros Sarmiento, a quien le corresponde la ascendencia adjudicada a sus padres, el capitular Nicolás de Barros Sarmiento y doña María de la Vega y Castro. Otro hijo de Domingo de Segura se desposó con doña María Justa de Tula Bazán, que provenía de Juan Gregorio Bazán, Baltasar de Barrionuevo y de Francisco de Aguirre, tío carnal de Diego de Villarroel. Yernos de Segura fueron Lorenzo de Barros Sarmiento, hijo del citado Nicolás; Francisco Solano de Guzmán, hijo de los nombrados Gaspar de Guzmán y doña Ana de Zurita; y Francisco de Agüero, descendiente de Francisco de Valdenebro y de Andrés de Herrera.
Uno de los alcaldes de la hermandad fue Andrés de la Vega y Castro, de quien ya sabemos que era tataranieto de Francisco de Valdenebro. Su primera mujer, doña Juana de Soria Medrano, hija del cabildante Juan de Soria, era tataranieta de Baltasar de Barrionuevo y cuarta nieta de Juan Gregorio Bazán. Su segunda mujer, doña Inés Carrizo de Ávila, descendía de Nicolás Carrizo, Juan Gregorio Bazán, Baltasar de Barrionuevo y Bartolomé Jaimes.
El otro alcalde de la hermandad fue Juan Ponce de Córdoba, también mencionado como tataranieto que era de Juan Gregorio Bazán y Bartolomé Jaimes. Su segunda mujer, Juana de Nieva y Castilla, era cuarta nieta de Andrés de Herrera, que llegó con Núñez de Prado al Tucumán. Su tercera mujer, doña Simona de Pedraza, era cuarta nieta de Bartolomé Jaimes y descendiente directa de Juan Gregorio Bazán.


6. A manera de conclusión

Al inicio del trabajo manifestamos que era nuestra intención demostrar los vínculos parentales existentes entre los conquistadores que ingresaron al Tucumán con Juan Núñez de Prado (1549-1550) y los miembros del primer Cabildo catamarqueño (1683).
Del análisis de las ascendencias de la mayor parte de los quince capitulares de 1683, y/o de sus esposas e hijos políticos, se desprende que los compañeros de expedición de Juan Núñez de Prado figuran en la mayoría de ellas. Y resulta sugestivo que algunos de esos conquistadores se repiten en casi todas las genealogías. De acuerdo a lo demostrado, Juan Gregorio Bazán se perfila como el "gran antepasado" o "antepasado fuerte", puesto que su nombre se reitera constantemente en las ascendencias estudiadas. Esta conclusión guarda relación con la estimación del doctor Roberto Catalán Barros, destacado genealogista riojano, quien afirma que la totalidad de la población criolla de La Rioja y Catamarca, o sea unas 300.000 personas sin contar a las que viven en otras partes del país, desciende del conquistador Juan Gregorio Bazán, llegado con Núñez de Prado en la expedición de 1549 (Binayán Carmona, 1999).
De todas maneras, la sangre de otros conquistadores como Baltasar de Barrionuevo, Francisco de Valdenebro y Bartolomé Jaimes, también perdura en las familias de los capitulares estudiados, figurando los nombres de esos conquistadores en varias de las ascendencias presentadas.
Queda demostrado que los miembros del primer cabildo de Catamarca, en su mayoría, descendían o estaban emparentados por lazos de consanguinidad o afinidad, con conquistadores del siglo XVI, lo que les otorgaba la jerarquía social para ocupar esos espacios de poder y determinaba que sus descendientes, invocando la ascendencia a vecinos fundadores de una ciudad, consolidaran su sentido de pertenencia al patriciado catamarqueño.
Aspiramos haber aportado con esta investigación a un mejor conocimiento de cómo se conformó y consolidó la elite hispano-criolla en la región, en el ámbito institucional del primer ayuntamiento de la ciudad.

* Este artículo se publicó en Aportes desde Humanidades 9, Universidad Nacional de Catarmarca, Catamarca, 2010.

Notas

(1) El proyecto de Tesis de Maestría en Historia Regional Argentina, dirigido por el Lic. Armando Raúl Bazán, fue aprobado el 25 de marzo de 2008 por Resolución C.D.F.H. Nº 021 del Consejo Directivo de la Facultad de Humanidades (UNCa.). 
(2) Dice Cornelio Sánchez Oviedo (1966) que en 1558 acompañó a Pérez de Zurita en la fundación de la ciudad de Londres.

(3) Francisco de Aguirre, que no vino con el capitán Juan Núñez de Prado, era tío carnal de Diego de Villarroel, quien sí arribó al Tucumán en la expedición del mencionado capitán. En razón de dicho parentesco, Narciso Binayán Carmona (1999) agrupa a ambos genearcas en un solo gran grupo familiar.
(4) Los otros dos linajes troncales son el de Cabrera y el de Peralta (Binayán Carmona, 1999).
(5) Archivo y Museo Histórico de Catamarca. Actas Capitulares. Tomo I (1683).
(6) Aparece a veces como "Vera y Moxica" en las fuentes, pero enseguida como Vera, a secas. 
(7) No lo menciona Gargaro (1960) en su trabajo sobre el Cabildo de Catamarca, pero aparece registrado su nombre en las actas capitulares correspondientes.

(8) La información genealógica que se expondrá a partir de ahora pertenece a investigaciones realizadas por el autor de este trabajo.
(9) Figura entre los vecinos fundadores de la ciudad de Londres, en 1558 (Sánchez Oviedo, 1966).
(10) Acompañó a Juan Pérez de Zurita en la fundación de la ciudad de Londres, en 1558 (Sánchez Oviedo, 1966).


Bibliografía citada

ALÉN LASCANO, Luis C. (1993). “La función histórica de Santiago del Estero”, en Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Volúmenes LXII-LXIII (1989-1990). Buenos Aires.
ANDRADA DE BOSCH, Elsa (2004). “La incidencia de los parentescos en la formación de bandos y facciones dentro de los cabildos de Catamarca”, en Hallazgos de Investigación. Ediciones del Boulevard. Córdoba.
BAZÁN, Armando Raúl (1996). Historia de Catamarca, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires.
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Presentación Boletín Nº 7 del Centro de Estudios Genealógicos e Históricos de Rosario

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Centro de Estudios Genealógicos e Históricos de Rosario

El Centro de Estudios Genealógicos e Históricos de Rosario invita a usted a la presentación del Boletín N° 7 que se realizará en la Biblioteca Argentina “Dr. Juan Álvarez” el día 7 de diciembre próximo a las 19 y 30.
Adjuntamos el índice de los artículos que se encuentran en el mencionado Boletín.
Esperamos contar con su grata presencia.

María Eugenia Astiz                                                           Raúl Alfredo Linares

Secretaria                                                                                 Presidente


Índice


Comisión Directiva y Miembros

Presentación

Rosario cabeza histórica del gran Pago de los Arroyos (1527-1810), por Juan Manuel Castagnino

Alcácer, por Miguel Ángel Alcácer y Raúl Alfredo Linares

Genealogía de una familia árabe. Los Hannoush, de Kafrún, Siria, y sus descendientes en Argentina, por Mariano Zacarías Fluck

Italianos en Rosario: la familia de Luis Colombo, por Sebastián Alonso

Estefanía Obelar. Filiación y familia de la primera esposa del genearca Pedro Pascual Acevedo, por Carlos Fabián Romitti Acevedo

Un accidente de carreta en el Pago de los Arroyos con entierro en la estancia “La Concepción” en 1702, por Juan Manuel Castagnino

Una rama de la familia de D. Juan Ignacio Gómez, de Coronda. Sus vinculaciones con las familia Gómez Recio y Urraco, por Sebastián J. Mollo

La familia Gödeken de Baja Sajonia, Alemania y sus descendientes en Alemania y Argentina - II, por Mariano Zacarías Fluck

Los Campana, por Raúl A. Linares

Los Colman de Santa Fe, por Ricardo F. Miranda

El Dr. Isidro Quiroga, intendente de Rosario en el Centenario, por Sebastián Alonso y María Margarita Guspí Terán

Italianos en Rosario: los Pozzi, de San Francisquito, por Beatriz Moreno de Murray

Inmigración temprana en América del Sur. Cadena migratoria de franceses del Valle de Baigorry, por Gustavo Vignau

Los Olvidados. Apuntes para reescribir los orígenes de la ciudad de Capitán Bermúdez, por Pablo Sapei

Los valdenses, un pueblo-iglesia. Su historia en los Valles Valdenses desde el siglo XII. Su presencia en el Río de la Plata a partir de 1856, por Susana Passet Zunino

Genealogía, vida y obra de San Roque González de Santa Cruz, primer santo rioplatense, por Laura Perticarari de Bollero y María Leonor Leiva de Dobson

Sierva de Dios María de Lourdes del Santísimo Sacramento “la hermanita que vivió como santa”, por Pbro. Carlos Costa, Sylvia Lahitte y Viviana Zamparini

Genealogía de la Bandera Municipal de Rosario, por Miguel Carrillo Bascary

La familia Lejarza Esquivel. Estudio Genealógico vinculado con la Historia de Rosario, por Juan Manuel Castagnino. Colaboradores: Sebastián Alonso y María Margarita Guspí Terán

Vivienda del Mariscal Andrés de Santa Cruz, por Ricardo F. Miranda

“Manor House” de Tomás Thomas, luego “Villa Laura” de los Sánchez Granel (Carcarañá), por Inés Sánchez Almeyra de Álvarez

Villa Olga, por Sebastián Alonso

Historia de la chacra llamada primero Caseríos de Perdriel y luego Chacra Pueyrredón. Sus sucesivos dueños, por Martha Perticarari de Tardieu

Club Fénix. Matrícula, por Ricardo F. Miranda

Archivos parroquiales de la Arquidiócesis de Rosario, (continuación, V parte), por Adriana Valdés Tietjen de Sánchez Almeyra

Fuentes:

El censo de Rosario de 1864 (Jefatura Política de Rosario) (Ver CD), por Raúl Linares (coordinador) y miembros del CEGEHR

Índice del Libro III de Matrimonios de la parroquia Nuestra Señora del Rosario. Catedral de Rosario (1803-1826), por María Eugenia Astiz (coordinadora), Laura P. de Bollero, Gabriela de Sanctis, Susana Passet Zunino y Mónica Sala (Ver CD)

Listas de los Soldados y Oficiales de la Compañía de Milicias. Coronda. Año de 1767, por Sebastián Pérez Colman

El Padrón de Rosario del año 1816, por Hebe Viglione y María Eugenia Astiz (Ver CD)

El Padrón de Arroyo Seco del año 1815, por María Eugenia Astiz y Juan Eduardo Vélez (Ver CD)

Censo del Curato de Río Tercero Abajo realizado en 1822, por Roberto Colimodio Galloso y Juan Eduardo Vélez (Ver CD)

Matrimonios celebrados en los Arroyos asentados en Santa Fe (1726-1728), por María Margarita Guspí Terán

Expedientes matrimoniales de la iglesia de Santa Rosa de Lima (1888-1904), por Liliana Olivieri (Ver CD)

El libro de entierros del Convento de San Lorenzo 1856-1858, por Sebastián Alonso (Ver CD)

El Libro I y II de Matrícula General de Comercio (1855-1882 y 1882-1902), por Sebastián Alonso y María Margarita Guspí Terán (Ver CD)



IV Asamblea de Genealogistas Argentinos en Córdoba

La Asociación de Amigos del Cementerio El Salvador (ADACES), por Mariana Rodriguez Hertz

Cruce de los Andes, por Adriana Valdés Tietjen de Sánchez Almeyra

Notas bibliográficas

Adendas y corrigendas a “Historia genealógica de antiguas familias catalanas y baleares de Rosario” de Sebastián Alonso y María Margarita Guspí Terán

Reuniones familiares

Necrológicas

Índice

sábado, 20 de noviembre de 2010

Frases y Genealogía 5: Nobleza

       
      Convencidos de su superioridad, asistidos de la convicción de su hidalguía, aquellos criollos y quienes se les fueron agregando por entronques, mantuvieron una indeclinable conciencia de casta traducida en una voluntad de supervivencia realmente admirable. No renunciaron a ninguna de las formalidades políticas que jalonaban la vida de la ciudad aunque estos ritos giraran en el vacío de un poder casi inexistente en los hechos; defendieron airadamente sus privilegios, aunque éstos se desvanecieran en el embate con una mísera realidad cotidiana; mantuvieron la tradición cultural heredada de sus mayores, aun en medio de un aislamiento desalentador.

Félix Luna. Temas de Historia Colonial de La Rioja, Agencia de Cultura de La Rioja, La Rioja, 2004, página 109.

martes, 16 de noviembre de 2010

Genealogía en Reuniones Científicas: XIII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia (Catamarca, 2011)

Nuestra disciplina no sólo trabaja mancomundamente con otras ciencias sino que además, sus cultores pueden hallar interesantes aportes en los trabajos y comunicaciones que se presentan en reuniones científicas. Si bien la palabra 'genealogía' no se halla presente de manera explícita, los estudios de historia de la familia, de demografía histórica, de afrodescendientes, etc. son de gran utilidad para los análisis genealógicos. Como ejemplo, publicamos datos de algunas de las mesas que se presentarán en la XIII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, en San Fernando del Valle de Catamarca el año que viene, 2011.

XIII Jornadas Interescuelas
Departamentos de Historia
10, 11, 12 y 13 de agosto de 2011

ORGANIZA Departamento de Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Catamarca
SEDE San Fernando del Valle de Catamarca

MESA 18

De esclavizados a afrodescendientes: un largo recorrido hasta el presente

Coordinadores:
Marta Maffia (CONICET/UNLP) - migraciones@uolsinectis.com.ar
Florencia Guzmán (CONICET/UNTREF) - florenciaguzman@yahoo.com.ar
Lea Geler (CONICET/IIEGE-UBA/TEIAA-U. de Barcelona) leageler@gmail.com

Dentro de un marco temporal amplio -siglo XVI hasta el presente- y desde una mirada interdisciplinaria, esta mesa de trabajo tiene por objetivo general generar un espacio de encuentro, discusión y reflexión acerca de los estudios sobre esclavitud y afrodescendencia en la Argentina, con miras a propiciar el intercambio de ideas, metodologías y conocimientos sobre un campo de estudios relativamente pequeño y cuyos investigadores se encuentran en distintas y alejadas zonas del país y/o el mundo. Elegimos trabajar desde el período colonial hasta el presente por varias razones:
Por un lado, la trata negrera suscita vivo interés en las sociedades contemporáneas a causa del silencio universal en la que fue confinada, de la violencia extrema que la acompañó, de la luz inquietante que arroja sobre los discursos que la justificaron y de los intercambios paradójicos que generó. Suscita asimismo interrogantes sobre algunas de las cuestiones más candentes del mundo actual como los derechos humanos, la construcción de identidades, la ciudadanía, el aprovechamiento compartido de los recursos y el pluralismo cultural. El debate acerca de la misma, así como sobre las condiciones socioeconómicas y culturales de las poblaciones de ascendencia africana en el resto de América Latina, hacen aún más apremiante la necesidad de abordar este capítulo traumático de la historia de la humanidad. Incluso, el proceso de interculturalidad iniciado con la trata prosigue en nuestros días y provoca todavía transformaciones en el conjunto de las sociedades.
Por otro, la famosa supuesta “desaparición” de los descendientes de esclavizados y esclavizadas que fueron traídos a la Argentina supone un reto explicativo ineludible para poner en jaque teorías raciales y sobre la construcción de los Estados-Nación que suelen ser tomadas como verdades universales. La pretensión -y éxito- de lograr un imaginario de país “blanco-europeo” con una población homogénea y civilizada sirve de pie para repensar los mecanismos que los grupos hegemónicos y el Estado ponen en juego para generar consenso e identificaciones y en cómo los agentes sociales los sufren pero también retoman, reelaboran y a veces impugnan. Pretendemos que se haga una relectura crítica de las premisas de partida de los análisis sobre afrodescendientes y de las teorías raciales que subyacen a todas estas investigaciones, especialmente en este momento de globalización de ideas e imágenes que extienden a todo el mundo presunciones explicativas sólo aplicables a ciertos contextos, tal como sucede con las teorías raciales que muchas veces sin mediación alguna suelen ser utilizadas en otros ámbitos en donde no tienen soporte real.
En tercer lugar, la emergencia y revisibilización de los descendientes de esclavizados que se está dando en el país desde inicios de la década del ’90 y hasta el día de hoy está generando no sólo un reposicionamiento de la mirada sobre el pasado sino también una reflexión -por ahora de corto alcance- acerca de los mecanismos de construcción del “olvido”. En este sentido, los estudios sobre recuperación de la memoria son una parte que no debe faltar en las investigaciones sobre afrodescendientes porque ayudan a dar cuenta de las relaciones interpersonales que surcaron más de dos siglos de historia.
Por último, las migraciones africanas, tanto las ocurridas a comienzos del siglo XX -que sufrieron la invisibilización producto del proceso de creación de nación- como las que aumentaron su número en las últimas décadas abren un campo de reflexión en cuanto nuevas dinámicas sociales que deben ser historizadas e interpretadas, que traen no sólo nuevos sentidos e historias particulares a la cotidianidad local sino nuevas maneras de pensar lo social.



MESA 19
“Mezclados y desiguales” Uniones interétnicas, movilidad e identidades sociales en territorios de la actual Argentina. Siglos XVII-XIX

Coordinadores:
Mónica Ghirardi (CEA-UNC)- monicaghirardi@ciudad.com.ar
Nora Siegrist (CONICET-CEMLA) - nora.siegrist@gmail.com
Marcelo Gershani Oviedo (UNCa) – mgershanis@arnet.com.ar

El objetivo de esta sesión es abrir un nuevo espacio de reflexión en torno del proceso de mestizaje y consiguiente movilidad social (ascendente o descendente) resultante de uniones matrimoniales o consensuales, ocasionales o estables entre los distintos grupos étnicos que integraban la sociedad del actual territorio argentino entre los siglos XVII al XIX. A partir de una serie de elementos de juicio emanados de fuentes de archivos civiles y eclesiásticos, relevados directamente en los repositorios o en documentación digitalizada, y trabajos sobre el tema en la clásica, antigua y reciente bibliografía, se buscará dar cuenta de la especificidad de casos puntuales o generales ocurridos en los territorios de la actual Argentina, entre las centurias del XVII al XIX en la búsqueda de una aproximación a la comprensión de las dinámicas y lógicas de las actitudes y representaciones sociales vinculadas al mestizaje. El amplio marco de consulta retrotrae la indagación a las primeras etapas del poblamiento y los cambios en la corta y larga duración histórica. Nos interesa observar las pautas del mestizaje en españoles (de “elite” o del común) como, asimismo, en indios, negros y castas (libres o esclavos) y de todos ellos entre sí. Se estudiarán las limitaciones éticas, morales y jurídicas y la manera en que se juzgaron los casos que extralimitaron las pautas instituidas; los márgenes de negociación y agencia que alcanzaron algunas parejas; la forma en que los grupos de parentesco, la voz pública y los tribunales de justicia reaccionaron frente a quienes desafiaron a través de uniones “inconvenientes”, el ordenamiento social estratificado, base de la dominación de la monarquía colonial hispánica. Discutiremos los procesos de oposición al matrimonio de elementos “mezclados”, pleitos eclesiásticos y seculares originados en dicha problemática, estudios genealógicos resultantes de análisis rigurosos. Conjugaremos aportes de la historia, el derecho, la antropología y la sociología desde una mirada interdisciplinaria en la caracterización y búsqueda de explicaciones a los procesos de movilidad e identidades sociales resultantes de las mezclas socioétnicas. Esperamos que la discusión crítica en torno a un tema fundamental de la historia americana como es el mestizaje que se pretende generar constituya un nuevo paso hacia adelante en la contribución al acrecentamiento, modificación y enriquecimiento de conceptos ya establecidos.