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lunes, 7 de noviembre de 2011

Juan Bautista Bustos y su repatriación

Invitamos a nuestros lectores a conocer la opinión de nuestro profesor Dr. Prudencio Bustos Argañarás sobre un tema polémico tomado del matutino de Córdoba La Voz del Interior.

Una repatriación poco seria


Prudencio Bustos Argañarás*

La partida de defunción no aclara en qué lugar del templo fue enterrado, ni siquiera si fue en su interior o en el cementerio adyacente. Prudencio Bustos Argañarás.
Como liberal, como federal y como pariente del gobernador Juan Bautista Bustos, me he alegrado por el tardío pero justiciero reconocimiento que se le ha tributado por parte del Gobierno provincial, y en particular por el espléndido monumento ecuestre que lo recuerda en el Parque Sarmiento de la ciudad de Córdoba.
También llegué a entusiasmarme con la idea de ver descansar sus restos mortales en su ciudad natal, poniendo fin a un largo exilio de más de 180 años. Ello a pesar de ser consciente desde un comienzo de la gran dificultad que había para identificarlos.
Pero desde que el Equipo Argentino de Antropología Forense (Eaaf) declaró haber hallado su cadáver, los argumentos que dieron a conocer para acreditar su autenticidad me resultaron poco convincentes. Me permitiré analizar uno por uno.
Dudosa referencia. 1) Se nos dice que los restos en cuestión fueron extraídos del presbiterio del templo santafesino de Santo Domingo, donde el prócer fue sepultado el 19 de septiembre de 1830.
Lo primero que debo señalar es que la partida de defunción no aclara en qué lugar del templo fue enterrado, ni siquiera si fue en su interior o en el cementerio adyacente.
Simplemente dice “en Santo Domingo”, por lo que el hecho de que el cuerpo extraído estuviese en el presbiterio nada aclara en relación con su identidad. La lápida que les sirvió de referencia fue colocada en el año 1975 por mi padre y otros familiares, en un sitio cualquiera del crucero.
Además, del citado informe del Eaaf se desprende con claridad que el lugar de la extracción no fue el presbiterio de la actual iglesia sino el crucero, es decir, el espacio en el que convergen la nave principal y el transepto. El presbiterio se sitúa justo por delante de donde estaba el altar mayor antes del Concilio Vaticano II.
A ello se suma que el templo de 1830 ya no existe, pues el actual fue construido a partir de 1892 y hasta hoy los historiadores santafesinos no se ponen de acuerdo sobre qué parte de éste corresponde al presbiterio de aquél.
Pero, insisto, ningún documento nos dice que Bustos haya sido sepultado en el presbiterio. Por el contrario, la doctora Adriana Collado, delegada en Santa Fe de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos, afirma que para 1830 el templo estaba en construcción y la zona del presbiterio se hallaba abandonada, por lo que “resulta muy poco probable que el enterramiento del brigadier Bustos se hubiera realizado en coincidencia con el actual presbiterio”.
Incongruencias.
2) No se ha realizado un estudio que permita establecer, al menos con aproximación, la fecha en que fue enterrado el cadáver que se atribuye al gobernador, por lo que podría tratarse de cualquiera de los más de 500 individuos de sexo masculino que recibieron sepultura en dicho templo entre 1661 y 1850, según el prolijo estudio realizado por el arquitecto Luis María Calvo, de la Junta de Estudios Históricos de Santa Fe.
Se dice que en la actualidad hay un número sensiblemente menor de cuerpos, lo que lleva a suponer que los faltantes fueron removidos al construirse la nueva iglesia, por lo que no deberíamos descartar que el de Bustos haya sido uno de ellos y no estuviera ya allí.
3) Afirma el Eaaf que el estudio de los huesos extraídos permite reconocer la existencia de heridas compatibles con las que el general Bustos sufrió en vida. Lo que no se dice es cuáles fueron éstas, ya que hasta hoy no se conoce un solo documento que las describa. Sólo se sabe que el prócer salió herido de la batalla de La Tablada, pero no se conoce en dónde ni de qué manera, como para sostener dicha afirmación.
4) Una foto del cadáver exhumado en su emplazamiento primitivo, también incluida en el informe del Eaaf, lleva una flecha que señala el norte, lo que permite comprobar que el cuerpo tenía el cráneo orientado hacia el sur; es decir, en dirección al altar.
Las normas del Ritual Romano, que con invariable estrictez regían los entierros en las iglesias, establecían que los seglares debían ser sepultados con los pies hacia el altar y los presbíteros con la cabeza en dicha dirección, lo que prueba que el cadáver de marras pertenecía en realidad a un sacerdote.
ADN negativo.
5) Por último, la comparación del ADN del cromosoma Y del cuerpo extraído con el del suscrito arrojó un resultado negativo, pese a que, por descender ambos de un mismo antepasado por línea recta de varón, debería ser idéntico. Al arquitecto Francisco Bustos Correas, que tiene la misma relación de parentesco con el General, no se le tomó la muestra, a pesar de haber accedido voluntariamente a hacerlo.
Las razones expuestas muestran la inconsistencia de los argumentos sostenidos por el Gobierno provincial para seguir afirmando que el cadáver que se quiere traer pertenece al gobernador Bustos. Tal empecinamiento resulta sorprendente, por cuanto la verdad histórica no puede ser manipulada con afirmaciones voluntaristas que la realidad se ocupa de desmentir.
Es también una lástima que no haya sido consultada en ningún momento la Junta Provincial de Historia, organismo de asesoramiento del Poder Ejecutivo en la materia, lo que hubiera evitado este deslucido espectáculo.

*Vicepresidente 1º de la Junta Provincial de Historia

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