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martes, 18 de mayo de 2010

Vascos en Tucumán*

Celia Avellaneda de Ibarreche**

Los vascos llegaron a nuestra región con los primeros conquistadores y su presencia fue ininterrumpida predominando los vizcaínos y guipuzcoanos.
Ya en la primera entrada al Tucumán en el año 1542, al mando del capitán Diego de Rojas, formaron parte de la expedición los vascos Francisco Hurtado de Arroniz, Bautista de Berrio y Antonio Ruiz de Guevara.
Estuvieron entre los fundadores y primeros pobladores de la ciudad de San Miguel de Tucumán y Nueva Tierra de Promisión en el año 1565, en su primitivo asentamiento(1). Participaron como autoridades del primer Cabildo, siendo Juan Núñez de Guevara el Alcalde Ordinario de 2º voto y Antonio Berru uno de sus Regidores, ambos elegidos por el fundador de la ciudad el capitán Diego de Villarroel que lo hizo por mandato del conquistador Francisco de Aguirre.
Figuraron entre los primeros vecinos de la ciudad Juan Bautista Berrio y Juanes de Artaza.
A partir de entonces fue incesante su llegada, primero desde distintos lugares del Virreinato del Perú y luego desde Buenos Aires, cuando se creó el Virreinato del Río de la Plata. Se establecieron en gran cantidad en nuestra provincia en donde formaron familia y en donde aún viven sus descendientes.
En la época de la colonia española muchos Gobernadores del Tucumán fueron originarios del país vasco, entre ellos: el General Don Francisco Martínez de Leyba y Zúñiga (1600-1603), el Adelantado Don Juan Alonso de Vera y Zárate (1619-1627), Don Baltasar Pardo de Figueroa y Guevara (interino en 1643 y 1644), Marcos José de Garro (1674-1678) y Don Esteban de Urizar y Arespacochaga (1707-1724) excelente y honrado gobernante al que el rey confirmó en su cargo haciéndolo vitalicio. Durante su gobierno se pacificaron los indios mocovíes, la expedición estuvo al mando del General Don Antonio de Alurralde, hijodalgo nacido en Andoain, Guipúzcoa. Cuando terminó el período colonial los vascos siguieron en funciones de gobierno.
El más joven de los presidentes de la Nación Argentina fue el Dr. Nicolás Avellaneda, tucumano, cuyo antepasado el Capitán D. Simón de Abellaneda y Peñuecos nació en Beci, en las Encartaciones de Vizcaya y se estableció en San Miguel de Tucumán hacia 1680, cuando la ciudad estaba aún en el sitio de Ibatín.
Varios fueron gobernadores, intendentes, industriales azucareros, políticos, en fin prácticamente a todos ellos les fue muy bien en nuestra tierra.
Los gobernadores de origen vasco de nuestra provincia del período independiente fueron más de veinte. A título de ejemplo cito a: Benjamín, Bernabé y Diego Aráoz, Gregorio Aráoz de la Madrid, Eudoro, Marco y Roberto Avellaneda, Juan Bautista Bascary, Pedro de Garmendia, Clemente Zavaleta, Pedro José Salustiano Zavalía, etc. y también fueron intendentes, ministros, legisladores, integrantes de la Corte Suprema de Justicia de la provincia y numerosos sacerdotes.
Prácticamente toda la “buena sociedad” de la provincia tiene sangre de vascos españoles (Alurralde, Aráoz, Garmendia, Helguera, Zavaleta, Zavalía, etc.) y en menor medida de vascos franceses (Etchecopar, Duhart, D´Hiriart, Bascary, Fagalde, etc.).
Los tres grandes genearcas tucumanos D. José Manuel Silva, D. Manuel Paz y D. José Manuel Terán al casarse a principios del S. XIX con Da. Tomasa Zavaleta, Da. Dorotea Terán Alurralde y Da. Mercedes Alurralde respectivamente, todas descendientes de vascos, formaron familias numerosísimas.
A diferencia de los numerosos vascos que vinieron en gran cantidad a partir de fines del S. XIX que eran en su mayoría campesinos y se radicaron en la pampa húmeda argentina (provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba) dedicándose al campo y a la actividad lechera, los que vinieron a nuestra provincia llegaron antes, a mediados del Siglo XVIII, se dedicaron al comercio, eran terratenientes y al mismo tiempo militares. Casi todos ocuparon cargos importantes en el Cabildo. Recordemos que no cualquiera podía aspirar a ser cabildante ya que se necesitaba ser propietario y pertenecer a una familia principal.
En el siglo XIX la actividad comercial daba mucho prestigio, tanto que al decir de D. Florencio Sal en sus memorias escritas en 1913: “Entre los títulos de vanidad social de nuestros abuelos se contaba la de ser dueño o dependiente de tienda, que era una de las ocupaciones distinguidas. Los jóvenes, cerrado el negocio, salían a la calle ostentando su profesión con el girar de la llave nobiliaria entre los dedos con aire de orgullo y empaque de normalista”.
Vinieron ya con algún patrimonio, el que acrecentaron en nuestras tierras con sus actividades y también por sus casamientos con mujeres que generalmente tenían dote. De estos matrimonios resultó una buena descendencia ya que, entre las mujeres renombradas en el siglo XIX por su belleza, la mayoría es fruto de dichas uniones. Don Florencio Sal cita a Dolores y Restituta Silva Zavaleta, Rosario Arozena, etc. además de ser las más cultas de la ciudad.
Es legendaria la belleza y el patriotismo de Lucía Aráoz Alurralde, también llamada “La rubia de la Patria”. Ella y su prima Dorotea Terán Alurralde integraron el elenco fundador de la Sociedad de Beneficencia de Tucumán, siendo esta última su primera presidente. Lucía era casada con el General Javier López Iturrioz, también descendiente de vascos
Dieron ejemplo de valentía, como Da. Catalina Aráoz que fue azotada por no ser adicta a la tiranía de Rosas y negarse por lo tanto a llevar el distintivo punzó.
El retrato más antiguo de cuerpo entero que se conserva en la provincia es el del vasco D. Pedro Antonio de Zavalía y Andía, nacido en la Villa de Abando, Vizcaya. Lo mandó, después de desposarse por poder en San Miguel de Tucumán, a su esposa a la que aún no conocía, en abril de 1787 desde la Villa Imperial de Potosí en donde era colector de caudales del rey.
Tucumán fue la primera provincia de la República que acudió en defensa de Buenos Aires cuando esta fue invadida por los ingleses en el año 1806 y lo hizo al mando del comandante José Ignacio Garmendia, nacido en Vizcaya, al frente de la Compañía de voluntarios tucumanos, los gastos corrieron por su cuenta personal.
Los vascos franceses empezaron a llegar a principios del siglo XIX, tal vez atraídos por la semejanza de su paisaje con los Pirineos Atlánticos y en general se casaron con mujeres tucumanas descendientes de conquistadores y primeros pobladores.
Posteriormente llegaron numerosos descendientes de vascos cuyos padres se habían radicado primero en las vecinas provincias de Santiago del Estero, Salta y Catamarca y también de otras como La Rioja, Jujuy y Santa Fe. Seguramente su actividad comercial los llevó a conocer Tucumán en donde se enamoraban no solo de sus mujeres sino también de las bellezas naturales de la provincia.
Los viajes evidentemente aumentaban el prestigio, citamos nuevamente a D. Florencio Sal: “La admiración a la que se creían acreedores cuando contaban en su haber y referían la proeza de un viaje a Buenos Aires, al frente de tropas de carretas, en compra y venta de mercaderías. El viaje no exento de peligros, duraba seis meses entre ida y vuelta, y el regreso se anunciaba desde lejos con marciales y alegres toques de clarín; y constituía un acontecimiento comentado año tras año por las familias de los expedicionarios y por los interesados en los cargamentos”.
Ejemplo de lo arriesgado de los viajes de aquella época es que muchas personas, antes de emprenderlos, dictaban su testamento. Tal el caso del Gral. D. Antonio de Alurralde que “el 31-12-1701, próximo a partir con sus carretas a la ciudad de Santa Fe, se presentó ante el Alcalde Ordinario de 1er. Voto el Cap. Claudio de Medina y Montalvo, y en virtud del poder otorgado por su difunta esposa Da. Ana María García de Valdés, dictó su Testamento declarando:…”(2).
La batalla de Tucumán librada el 24-9-1812, importantísima para la independencia de nuestro país, se ganó con la decidida participación de la familia Aráoz cuyo antepasado el Capitán Asencio de Lizarralde y Aráoz, provenía de Oñate, Guipúzcoa.
Don Bernabé Aráoz con sus parientes Diego, Cayetano y el sacerdote Pedro Miguel, no solo pusieron a disposición del Gral. Belgrano sus bienes personales sino que también fueron los que congregaron a los vecinos para que apoyasen al ejército a dar la batalla decisiva y evitar que siguieran avanzando las tropas españolas hacia el interior de las Provincias Unidas del Río de la Plata (como se llamaba en esa época la República Argentina), a pesar de las órdenes de retroceder sin dar batalla que se habían enviado desde el gobierno de Buenos Aires.
En el Congreso de las Provincias Unidas que se realizó en Tucumán en el año 1816 y declaró formalmente nuestra “independencia de España y de toda dominación extranjera” el 9 de julio de dicho año, la familia Aráoz también tuvo un protagonismo central ya que uno de los dos representantes de nuestra provincia fue el sacerdote D. Pedro Miguel Aráoz y su gobernador era D. Bernabé Aráoz, quién facilitó varios de los muebles que se usaron, además de encarar y solucionar todos los problemas que significaba el funcionamiento de dicho Congreso debido a las difíciles circunstancias económicas de la época por la guerra sostenida con España.
Fueron protagonistas en nuestras luchas internas, la más notoria fue entre el General Javier López Iturrioz y Don Bernabé Aráoz en los años 20 del siglo XIX, rivalidad que se llegó a comparar con Montescos y Capuletos
El autor del libro “Bases y puntos de partida para la organización de la República Argentina”, que sirvió de guía para la redacción de nuestra Constitución Nacional de 1853, fue el abogado tucumano Juan Bautista Alberdi, hijo de D. Salvador Alberdi y Egaña que había nacido en el Señorío de Vizcaya y llegó a Tucumán en la segunda mitad del siglo XVIII en donde se casó con la tucumana Da. Josefa Rosa de Aráoz y Balderrama, también con antepasados vascos y descendiente de conquistadores y primeros pobladores.
Muchas calles de nuestra provincia llevan el nombre de vascos ilustres que vivieron y lucharon en y por ella.
Como dato anecdótico recuerdo la historia de la “Monja Alférez” en el Tucumán de principios del S. XVII. Se llamaba Catalina de Erauso, se había escapado de un convento en Guipúzcoa y se embarcó para América disfrazada de varón. Tuvo una vida muy interesante y aventurera. Se calcula que vivió en San Miguel de Tucumán alrededor de 1615.
Más de tres millones de personas en la Argentina, aproximadamente el 10 % de sus habitantes, tienen algún antepasado vasco, aunque creo que en la provincia de Tucumán el promedio es bastante más alto.
En mi caso particular tengo muchísimos antepasados provenientes del país vasco español, tanto por parte materna como paterna y el ancestro europeo más cercano fue mi bisabuelo, Máximo Etchecopar, que vino en 1854 de Saint Palais, en el país vasco francés. Llegó a Tucumán a los 13 años. Aquí lo esperaba su hermano Evaristo, 20 años mayor y a quién no conocía, que se había dedicado a la industria azucarera fundando en Tucumán el Ingenio azucarero La Banda en el año 1846.
Todos mis tatarabuelos descendían de vascos, menos el dinamarqués Hans Heller pero su mujer era Corina Palacio cuyos antepasados provenían de San Juan de Molinar, en Vizcaya. Para reforzar mi descendencia estoy casada desde hace 39 años con Horacio Ibarreche, pariente del Lehendakari del país vasco D. Juan José Ibarretxe el que vino a Tucumán en marzo de 2006 a visitar a su familia tucumana, con él y su esposa Begonia pasamos gratísimos momentos.
Como hemos visto tuvieron una muy destacada actuación participando como protagonistas en casi todos los episodios importantes de nuestra provincia

Notas
(1)San Miguel de Tucumán estuvo durante 120 años en el sitio de Ibatín y luego se mudó en 1685 al actual emplazamiento en el lugar que en ese entonces se denominaba “La Toma”. El traslado se debió a varias razones, una de ellas y tal vez la más importante, era que el camino que conducía al Alto Perú ya no pasaba por la ciudad.
(2)COROMINAS, Jorge Alberto – Los vascos en la provincia de Tucumán – Fundación Vasco Argentina Juan de Garay.

BIBLIOGRAFÍA
Autores Varios - Pueblos vascos – Raíces míticas, aventura universal – Ed. Edicial -Buenos Aires – Argentina
COROMINAS, Jorge – CLESSI, María del Carmen – AVELLANEDA de IBARRECHE, Celia - Autoridades del Cabildo, Justicia y Regimiento – Épocas Colonial e Independiente: años 1680-1824 - Boletín Nº 3 de Tucumán – 2003
COROMINAS, Jorge Alberto - Los vascos en la provincia de Tucumán publicado en el libro: Asentamientos vascos en el período hispánico en los siglos XVI al XIX. Selección del Tomo III - Los vascos en las provincias de Córdoba, Corrientes, Tucumán, Mendoza, San Juan y San Luis – Editado por la Fundación Vasco Argentina Juan de Garay
PIOSSEK PREBISCH, Teresa - Poblar un Pueblo – El comienzo del poblamiento de Argentina en 1550 – Ed. de la autora
LIZONDO BORDA, Manuel – Introducción y comentarios de - Documentos Coloniales – Relativos a San Miguel de Tucumán y a la gobernación de Tucumán – Siglo XVI – Serie I – Vol. I – Imprenta López – Buenos Aires – Argentina – 1936
MURGA, Ventura y PÁEZ de la TORRE, Carlos (h) - San Miguel de Tucumán: las calles y sus nombres – Editado por el diario La Gaceta - Tucumán – 1981
PAEZ de la TORRE, Carlos (h) – Historia de Tucumán – Editorial Plus Ultra – Buenos Aires - 1987
SAL, Florencio. Lo que era la ciudad de Tucumán ochenta años atrás. Recogidas por el Dr. José Ignacio Aráoz y escritas en 1913.
TERÁN, Justino. Guía Genealógica en el Milenium. Editorial Armerías. Buenos Aires - 2008

*El presente trabajo fue publicado en el Boletín Electrónico Nº 91 (enero-marzo de 2009)de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas. Puede consultarse en: http://www.genealogia.or.cr/publicaciones/boletines/boletin091.html
** Miembro de Número del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Tucumán.

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