La Historia Argentina y los asesinatos políticos
Publicamos en el blog una Carta de Lectores que nuestra colega Lic. Celia Avellaneda de Ibarreche envió al matutino tucumano "La Gaceta" referido a las causas de la muerte del Gobernador tucumano Marco Manuel de Avellaneda.
En mi carácter de curiosa de la historia y de la investigación de sus hechos más que de tataranieta del mártir de Metán he leído con estupor la sesgada interpretación que hacen algunos enrolados claramente en una antojadiza y pretendida revisión sobre las razones de su muerte. La muerte de Marco nada tiene que ver con la de Alejandro Heredia. La de este se produjo tres años antes (noviembre de 1838). La sola extensión del tiempo indica que si Rosas hubiese creído necesario vengar la muerte de Heredia lo hubiese hecho de inmediato o al poco tiempo. No fue así. La única verdad incontrastablemente documentada en los Archivos Históricos de Tucumán, Buenos Aires y Montevideo y que no viene al caso detallar ahora con extendidas citas y documentación, por una razón de simplicidad periodística, es que Rosas después del levantamiento de la Liga del Norte, cuyo inspirador e ideólogo fue mi antecesor, mandó a matarlo comisionando a tal fin al oriental Oribe y sus huestes. La razón es que Rosas vio el peligro que suponía el levantamiento de las provincias del Norte en ese entonces con fuerte poderío político, económico y poblacional y al conocer el rigor del pronunciamiento que inspiraba Marco (basta leerlo) entró en pánico por lo que él supondría una amenaza concreta a su hegemónico poder político. Rosas logró su propósito a través de Oribe al poner fin al intento de Avellaneda y así pudo gobernar bajo el terror y la persecución hasta Caseros. Marco pagó con su vida el haberse sublevado contra el tirano y no le busquemos otro rebuscado motivo. Los que pretenden torcer la historia dicen también que el degüello de Avellaneda se potenció porque uno de sus hijos (Nicolás) fue posteriormente presidente. Si no lo hubiese sido, el hecho lo mismo hubiera tenido la enorme trascendencia que le dio la historia porque además de su inusitada crueldad tuvo su propio peso ya que Marco era gobernador de Tucumán. Por último, Marco Avellaneda no tenía ningún motivo para matar a Alejandro Heredia con el que tenía una muy buena relación que compartía con su íntimo amigo Juan Bautista Alberdi como lo documentan las numerosas cartas que intercambiaron. Avellaneda fue víctima no victimario.
Celia Avellaneda de Ibarreche
(Las fotografías fueron tomadas por nuestro colega Javier A. Berdini en 2009 en el cementerio de La Recoleta, Buenos Aires, y muestran el panteón de la Familia Avellaneda)
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